42. EN BUSCA DE LA INSPIRACIÓN PERDIDA (IsidrøMorenø)
Estoy atrapado, sin batería ni cobertura de móvil, con un cuaderno, un lápiz y un naipe en el bolsillo.
Hace un tiempo que escribí, en el anverso de los cincuenta y cuatro naipes, una palabra o frase que quizás algún día me serviría de detonante para la creación de una historia. Los naipes los repartí entre los múltiples cajones del bargueño.
Ayer, en busca de las musas, recordé el recurso del viejo bargueño. Abrí al azar un cajoncito; extraje la carta. Tema: «La muerte».
Guiado por la desesperación que me producía la sequía de ideas, anoche decidí conocer de primera garra qué era aquello de la muerte, “esa región ignorada de cuyas fronteras ningún viajero retorna”, que diría Hamlet.
Salté la tapia del destartalado cementerio del pueblo. Esta vez iba solo, sin amigos y no era la Noche de Difuntos. Nadie narraría historias de muertos; no habría risas ni sustos. ¿O sí?
Un deteriorado panteón tenía la puerta entreabierta. Usando la fuerza entré. El podrido dintel cedió y me magulló el hombro, pero lo peor es que el derrumbe me impide salir.
Y llevo dos días a oscuras, sentado en los escalones de la cripta.
Lo demás ya lo imaginan.
Tu protagonista buscaba inspiración y, al menos, ha logrado reunir los ingredientes para favorecer que aparezca: soledad, tiempo, cuaderno y lápiz. Solo tiene que contar su peripecia hasta el momento actual. El relato podría ser el que nos presentas, que quizá pueda calificarse de final abierto, pero parece que el desenlace va a ser solo uno, claro y fatídico. Ha quedado muy bien. Esperemos que aguante el paso del tiempo y alguien lo lea alguna vez, aunque sea de forma póstuma.
Una historia tan original como tenebrosa.
Un abrazo grande, Isidro, artista. Suerte
A veces buscar la experiencia para un mayor conocimiento puede traer malas consecuencias, y cuando se juega con la muerte o con el fuego, el riesgo es alto y desproporcionado.
Mil gracias por tus acertados comentarios.
Dos fortísimos abrazacos, amigo Ángel.