48. Jugada (Alberto Jesús Vargas)
El abuelo hacía vida tabernera jugándose los cuartos en timbas clandestinas de cartas. Y en ese ir y venir, vaciar frascas y apurar partidas, una infortunada noche perdió capital y hacienda y cuando ya no le quedaba nada, en lugar de retirarse como gallo desplumado, tuvo la osadía de apostarse a la abuela para perderla también. Ciertas cosas, en aquellos tiempos, funcionaban así y a ella le tocaba acatar el resultado de un envite de borrachos. La abuela, sin embargo, se plantó y como lo tratado había sido sin su aquiescencia, retó al estanquero al que debía entregarse a una revancha que, apelando a su más que dudoso sentido de la caballerosidad, no podría negarle. Y como en esto de los naipes el talento puede más que el azar, la abuela se hizo dueña de la mesa y mano tras mano fue recuperando el patrimonio perdido al tiempo que salvaba la dignidad que pretendían arrebatarle. Pero la jugada final se la hizo al abuelo, que tuvo que alistarse como voluntario, muy en contra de su voluntad, para la guerra de Marruecos, advertido de que si allí no caía como un héroe, no se le ocurriera volver.
Muy bueno, Alberto! Desde la osada jugada del principio a ese insuperable final.
Aunque no debería extrañarme, jejeje, al fin y al cabo como tú bien dices, el talento es lo más importante.
Besos veraniegos.
La historia la escriben los ganadores y, casi siempre, los hombres, negar esa evidencia sería faltar a la verdad. Sin embargo, tu personaje femenino rompe con todos esos cánones, no escritos pero ciertos, deshace el desaguisado de su insensato marido y pone todo en su sitio, comenzando por él, a quien aboca a un final honroso, pero final al fin y al cabo.
Como no puede ser de otra forma tratándose de tu escritura, has hechouna buena jugada y compuesto un buen relato.
Un abrazo y suerte, Alberto
Además de los comentarios anteriores con los que estoy totalmente de acuerdo, solo quiero decirte que ha sido muy divertido leerte y como mujer, me siento encantada de esa vuelta de tornillo que le has dado a la historia. Genial
Suscribo lo dicho en los anteriores comentarios, y me quito el sombrero ante esa abuela.
Tan interesante y tan bien tramado como todos tus relatos. Pero eso abuela, ay,también a mí me ha cautivado
Un beso, Alberto.
Muchas gracias, Ana María. Efectivamente un buen jugador no es el que tiene más suerte sino el que mejor juega sus cartas. Un abrazo,
Pues sí, Ángel, ese insensato marido, como tu dices, merecía el final que le ha tocado en el relato. Faltaría más. Un abrazo y como siempre, gracias por tu comentario.
Ya lo creo, Isabel Cristina, esa abuela es mucha abuela y gracias a ella el relato no es la mera crónica de una sumisión. Me alegro de que este personaje haya servido para poner las cosa en su sitio. Agradecido por tu comentario. Un abrazo.
Te digo, Rosalía, que me ha gustado escribir esta historia como homenaje a esas mujeres que les tocó vivir un tiempo difícil y aún así fueron capaces de ponerse en su sitio. Todos tenemos mucho que aprender de ellas. Un abrazo.
Querida María, me tratas muy bien en tus comentarios y no pudo por menos que agradecer lo que me dices y alegrarme de que te guste este relato. Un beso.
Suscribo todo los elogios de los comentarios anteriores. Buena historia con esa abuela que me ha cautivado. En mi pueblo me contaron una historia con inicio parecido pero con un final menos gratificante. Suerte y un abrazo, Alberto.