42. Cuarenta dias de calor
El día está soleado, el calor quema, la arena se dora bajo los rayos de un despiadado sol. Empiezo a ver cosas donde no las hay y un sentimiento abstracto se apodera de mí. Los cuarenta grados que aporrean mi cabeza no me dejan pensar con claridad y me incitan a fantasear algo en base a tu persona. Pasa el tiempo y me convierto en un simple músico con magulladuras en las manos de tanto escuchar la canción que te dibujé. Algo pegadiza y molesta a la vez; atractiva, fuerte y ¿algo más?, nunca se sabe.
Recorro esta duna interminable hasta más allá del horizonte, donde los cangrejos caminan hacia atrás, las conchas se abren y cierran a la vez. Un palmeral perfecto en el que no pensar en nada, me ayudan a encontrar las ideas que necesitaba para componer la melodía con las notas perfectas.
¿sigo así, o todo esto es cierto de mi poderosa imaginación?