33. Repelús
Cuentan que los cuerpos heridos de muerte, por la vejez o la enfermedad, abren puertas interiores por donde entran y salen los espíritus familiares. La abuela María solía decir que sus males se habían llevado sus fuerzas para pasear, pero le habían traído la compañía de sus antepasados, largo tiempo fallecidos, quienes la mantenían al día de presagios y augurios. Cuando supo que su momento se acercaba, comenzó a tejer unos guantes y una bufanda de lana gruesa, pues, de friolera que era, confesaba que lo único que le desagradaba era el instante del gélido abrazo de la Parca, y quería estar preparada.
Por eso nos hemos quedado todos de piedra cuando, sin mediar palabra y con un tierno beso en la frente, le ha regalado ambas prendas al tío Jesús, al despertarse hoy de su consabida siesta.
La abuela María no solo hace algo extraordinario a través de los años, permanecer en comunicación constante con parientes fallecidos, sino que para ella es algo natural, como tejer unos guantes y una bufanda. Tiene información de primera mano que le hace adelantarse a acontecimientos, como el momento de su propia muerte o la del tío Jesús, que él no se esperaba. Pobre del que reciba esas prendas de lana, aunque el abrazo de la Parca ha de ser aún más gélido sin ellas. Un relato inquietante e interesante.
Un abrazo y suerte, María
¡Qué bueno, María! Yo también me he quedado de piedra con ese giro final.
Un abrazo y suerte.
He disfrutado un montón con tu micro de realismo mágico total porque me encanta este género literario. Aún no he probado a escribirlo pero tendré que hacerlo. Creo que está muy conseguido siendo, además, tan breve. Te felicito, María.