50. LA LIBERTAD SILENCIOSA (Belén Mateos)
Tras seis días se hizo el silencio.
La luz cegaba la celosía de su ventana, y la niebla cegaba su memoria, en esas noches sin sábanas ni pastilla para dormir disuelta en un vaso de ron.
Las aguas menores se contenían en su vejiga hora tras hora, por temor a pisar el frío suelo de terrazo, o esa extensión de alfombra floreada de un color marrón profundo.
Su boca, semilla de palabra, se resecaba en su propia saliva, en el verbo irregular de sus aguas contenidas.
Temía separar la noche del día, las estaciones, la luz de las tiemblas, el canto de su pájaro enjaulado sin vuelo, de su pecera embarrada en turbia agua sin filtrar.
Se miró tímidamente al espejo, se revolvió el pelo, pellizcó sus mejillas y vio su mestizaje con la tierra, los animales, las piedras y al rio.
Liberó el vuelo de su ave, limpió los residuos de las algas, rezó al cielo.
Entonces bebió ese vaso engalanado de veneno. Tras nueve minutos contempló su cuerpo levitando en la afonía de su última certeza.
Tras siete días encontraron su cuerpo santificado en mercurio.
Hoy la prensa hace eco de su nombre: Cariel.
Se rompió el silencio.
Varios días de silencio transcurrieron desde que una mujer decidió quitarse la vida. La quietud siempre termina por romperse y todo lo oculto por revelarse, también una muerte premeditada en secreto, un cuerpo que ya no emite ningún sonido. Sus últimos momentos, las acciones y pensamientos postreros antes de abandonar su cuerpo y la existencia, son un grito de despedida. No conocemos sus razones para abandonar este mundo por voluntad propia, pero la forma en la que lo describes, con una narración cuajada de lírica, hace que queramos si no devolverla a la vida, si volver a sentir esos intensos instantes, aun tristes y trágicos, con una relectura.
Un abrazo y suerte, Belén
Bueno y tremendo Belén, con la dureza que a veces guarda la vida.
Envuelto en esa belleza poética en la que lo envuelves todo.
Felices fiestas y, sobre todo,paz y salud para cada día que es lo que importa.