58. MISA DE DIFUNTOS (Rosalía Guerrero Jordán)
El sacerdote enciende el cirio y se dirige a sus feligreses con la fórmula tantas veces repetida: «Junto al cuerpo, ahora sin vida, de nuestro hermano…». De repente, su voz, profunda e hipnótica, se detiene en seco.
La familia del difunto permanece a la espera hasta que, transcurridos un par de minutos, comienzan a lanzarse miradas. La primera fila se encoge de hombros, al tiempo que el hermano del finado, que apenas puede levantarse cada vez que la liturgia lo requiere, respira aliviado por poder descansar. La sobrina descarriada, se retoca el maquillaje y aprovecha para ponerle ojitos al sacristán.
El silencio solo se rompe cuando alguien tose o la afligida viuda murmura «la vida es un valle de lágrimas».
El cura permanece con los ojos cerrados, como en trance, quizás sufriendo un infarto, mientras las personas allí congregadas se impacientan. Más aún cuando entran los empleados de la funeraria para realizar el traslado.
Todos sabe que no pueden abandonar la capilla hasta que acaben las exequias.
El sacristán, tras conseguir el número de móvil de la sobrina, estira de la casulla del sacerdote, el cual reacciona con un «Podéis ir en paz».
Tras un suspiro colectivo, salen del templo.
Cuántas cosas pueden suceder en un silencio. Superado el estupor inicial, por la posible indisposición del párroco, todos han salido ganando: el hermano del difunto por poder sentarse, todos los feligreses por una homilía breve (más bien inexistente), aunque los que más han aprovechado el tiempo han sido la sobrina y el sacristán. El suspiro de alivio colectivo al terminar indica que el trámite no le gustaba a nadie.
Un relato muy divertido y original, Rosalía.
Un abrazo y suerte. Que termines bien el año y mis mejores deseos para el próximo.
¡Hola, Ángel!
Me alegro de que te haya divertido. Yo estuve dándole vueltas al silencio en una pareja, pero me resultaba un poco deprimente, y al final opté por algo más ligerito.
Un abrazo de vuelta y feliz temporada 2023. A ver qué nos depara…
En todos los entierros hay momentos de risa, nerviosa o no; parece que eso ayuda a descargar tensiones. Muy divertido y bien contado. Te felicito y nos leemos.