29. Turbulencias (Marta Navarro)
De espaldas a la ventana, Amelia intentaba no hacer caso a la tormenta. «No tengas miedo, chiquitina ─tranquilizaba en un susurro a su muñeca─, los truenos no hacen nada, solo ruido, mucho ruido. Antes a mí también me asustaban, ¿sabes?, pero ahora que soy grande ya no ─Brrrmmm, la desmintió el cielo con estrépito─. Bueno, a lo mejor todavía un poco sí… Ven, vamos a escondernos dentro del armario, ya verás qué tranquilitas estamos».
─Mamáááa ─el grito de Álvaro la sacó de su refugio─ la he encontradoooo.
Acurrucada entre abrigos y mantas viejas, Amelia parecía un pajarito asustado.
─Ven, abuela, ven conmigo ─la abrazo el chiquillo, recogiendo del suelo la muñeca─, no llores. ¡Mira! ¡Mira, si ya escampa!
Dicen que las personas ancianas tienden a sentirse y comportarse como niños, será porque en el fondo nunca dejaron de serlo, y por la tendencia tácita de completar un círculo. Puede parecer un retroceso, pero sabemos que la naturaleza es sabia, aunque a menudo no lleguemos a comorender el significado de todo.
Un abrazo y suerte, Marta
Claro, más que conprender se trata de acompañar e intentar aliviar el dolor que provocan esas situaciones. Muchísimas gracias, Ángel.
Me ha gustado mucho el micro por su final sorprendente y esas dosis de ternura. La vejez es una vuelta a la infancia.
¡Cuánto me alegro, Paloma! Muchísimas gracias.
Los que peinamos canas solemos recordar algún momento que marcó nuestra vida nadie puede entender ese temor por algo que para los demás es natural y parece ridículo. Pero un hecho fortuito lo marcó en nuestro recuerdo para siempre con un detonante que nos recuerda el momento. Excelente y tierno relato Marta. Un abrazo y suerte.
Muchísimas gracias. Me alegra que te haya gustado.
Está claro que Amelia había vuelto a la niñez con sus miedos, sus escondites y su muñeca. Me ha parecido precioso.
Nos leemos.
Mil gracias, Isabel. Me alegra que te haya gustado.