30. Trampantojo
Aunque parezcan estar hechos con rotulador, ella afirma que son tatuajes. Los mensajes y dibujos de distinto tamaño simulan haber sido colocados al azar, pero en realidad, cubren su cuerpo de manera estratégica. Sin ella pretenderlo, a ojos de los demás, le confieren ese aspecto de tía dura, que provoca entre los compañeros admiración y temor a partes iguales. Su rostro impenetrable les infunde demasiado respeto a todos. Por eso ninguno se atreve a negarle un favor ni a llevarle la contraria en nada, excepto yo. Ella confía totalmente en mí, sin embargo, comprendo que a veces prefiera estar sola. Algunos confunden su mirada ausente con desdén y prepotencia. Ignoran que se equivocan. Tal vez porque jamás la han visto tragarse su dolor y llorar de impotencia con el alma herida, como lo he hecho yo. Desconocen lo difícil que resulta ocultar las huellas de esas caricias que tanto duelen.
Somos seres complicados. A veces, tras la fachada más dura, hay un gran sufrimiento y sensibilidad a flor de piel, en suma, una enorme debilidad. Sin embargo, no se puede vivir tras un disfraz todo el tiempo y delante de todos. El yo verdadero, siempre obstinado, termina por aflorar, por elaborado que sea el disimulo con el que lo embozamos.
Un relato sobre la auténtica naturaleza, esa que debería estar siempre presente, pero los mecanismos de autodefensa pueden enmascararla.
Un abrazo y suerte, Pilar
A veces la realidad es tan dolorosa que tratamos de ocultarla.
Muchísimas gracias por tu comentario, Ángel.
Besos.
Hola, Pilar. Me encantó tu relato y no sé si la lectura que he hecho del mismo se corresponde a la historia que tú deseas transmitir, pero para mí lo que tapan los tatuajes son moratones. Al principio no me cerraba porque pensaba que el narrador era el compañero, pero si quien relata es una persona amiga, mi lectura cierra. Creo.
Un placer leerte.
Besos de Jorge Zas, alias Georges.
Has sabido leer muy bien mi relato. Eso es lo que intenta ocultar la protagonista para no mostrar su fragilidad.
Mil gracias por pasar a leerme y dejar tu acertado comentario, Jorge. Un placer leer tus palabras.
Besos.
Muchas cosas pueden ocultar las huellas, pero el dolor continua y nos esforzamos por disimular nuestros sentimientos, solo un amigo muy cercano sabe cuanto nos duele. Excelente relato Pilar.
Un abrazo y suerte
Cuando quien te hiere es alguien que debería protegerte, el dolor es mayor e intentas ocultarlo ante los demás. Pero, en efecto, no hay posibilidad de disfrazar el alma herida.
Muchísimas gracias por leer mi relato y por tus bonitas palabras. El Molí. Besos.
Hola, Pilar. Siempre me ha gustado la palabra ‘trampantojo’, y aquí me gusta especialmente por cómo ha sido utilizada, para dibujar tatuajes que no lo son, no por vanidad sino por necesidad, que es, lisa y llanamente, cubrir hasta el último moretón, hasta el último rastro de violencia en la piel, violencia ejercida por la persona que más quiere y que, en vez de golpearla, debería acariciarla… En ese sentido, yo hice la misma lectura que Jorge: quien narra no es el alter ego de la chica, sino su confidente, ése o esa que sabe la violencia que ella vive porque la ha visto sufrirla en el cuerpo y en el alma, así que mi lectura sería ésta: hay trampantojos que no engañan, por muy elaborados que estén…
Decir que el micro me gustó es poco.
Besos😘😘😇😇
Elegí ese título porque significaba exactamente lo que hacía la protagonista con sus falsos tatuajes para ocultar su terrible realidad. Sin embargo, los demás confunden su aspecto con dureza, salvo la amiga que es testigo del origen de su fragilidad que tanto la avergüenza.
Mariángeles, agradezco muchísimo tu comentario y saber que te ha gustado mi relato. Besos.