34. La sombra del éxito (Alberto BF)
Guardó la estilográfica en el bolsillo interior de su chaqueta. Acababa de firmar el quinto contrato millonario en el último mes. Posó para la foto en actitud triunfal, estrechando la mano del satisfecho magnate.
Según regresaba en su descapotable camino de la mansión de la costa, puso el manos libres para llamar a su socio. Demasiado dinero para tributar en España, había que moverlo para que fuera rentable. Mañana discutirían la manera de hacerlo.
Al llegar a la villa, abrazó a su hija pequeña y besó a su pareja, como cada tarde. Masaje relajante antes de la cena, baño en jacuzzi y agradable sensación de felicidad completa. ¿Se podía pedir más? Y todo conseguido a base de esfuerzo, dedicación y olfato para los negocios.
Tras la cena, fingiendo indisposición, se encerró en el baño de su lujosa habitación, y rompió a llorar una noche más. Era angustioso representar ese implacable personaje de apariencia feliz que tanto odiaba. Pero hoy acabaría con la farsa de una vez por todas. Con manos temblorosas, agarró el frasco de pastillas y sacó del bolsillo su breve y meditado mensaje de despedida: «Me cansé de fingir, pero siempre os quise. Ana Patricia».
No se puede ir en contra de la propia naturaleza, al menos, no durante mucho tiempo. Antes o después saltan las costuras. Ni siquiera el mayor de los éxitos sirve para enmascarar la desazón de no poder ser uno mismo; no en vano, el propio protagonista califica el disfraz del que se reviste de «implacable personaje», una carga demasiado pesada.
Un relato con muchas luces en apariencia envidiables, y una sola sombra, pero profunda, que termina por condicionarlo todo.
Un abrazo y suerte, Alberto.
Muchas gracias por tu comentario, Ángel.
Tiene que ser complicado mantener una apariencia que no coincide con tu forma de ser y no morir en el intento.
La protagonista del microrrelato bien lo sabe, aunque probablemente muchas personas que lo lean no reparen en su género hasta el final. Las apariencias engañan…
Tiene que ser muy duro representar a alguien que no eres, cubrir las expectativas de otros y comportarte como un » triunfador» cuando todo eso para ti no significa nada. Buena reflexión son este mundo de ganadores, de seres que sobresalen, pero que en realidad tienen en su interior un gran vacío. Un abrazo,Alberto. Gloria Arcos
Una de las apariencias que más engaña es la del éxito, Gloria.
Muchas gracias por tu comentario.
¡Un abrazo!