Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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03 EL PRESENTIMIENTO DEL ENAMORAMIENTO: CUERVOS Y CONEJOS

Conducían sin prisa por carreteras secundarias disfrutando de los intensos colores de las flores primaverales.
Se miraban arrobados.

Él colocó su mano en la pierna de ella. “Fresita, eres más dulce que la nata y el almíbar juntos”. “Bombón de cacahuete, tú sí que eres delicioso y sensual como un coco maduro”.

No podían estar más unidos. La pasión, la ilusión, el atontamiento los embargaban.

“Limoncito, esta noche te haré tu tarta preferida de galletas con chocolate”. “Melocotón, no puede haber nadie más maravillosa que tú”.

Y así continuaban piropeándose surcando árboles exuberantes, prados iluminados de múltiples verdes y setos esplendorosos.

“Pichón, tengo una especie de presentimiento”, dijo él observando fijamente esos ojos claros que tan loco le volvían. “Melón, yo también tengo otro, dime”. “Veo cuervos a los que disparan”. “Me pasa lo mismo pero con conejos”.

Ella le acarició la mano con ternura.

Al salir de la curva se encontraron con una docena de coches de policía. Frenaron. Por detrás surgieron incontables vehículos con las sirenas ululando.

“Te quiero Linda Flor”. “Te quiero Cachito”.

Rodeados por un ejército de agentes, las armas al unísono comenzaron a acribillarlos.

La autopsia reveló que Bonnie & Clyde habían recibido 167 disparos.

3 Responses

  1. Juancho

    Gracias por este homenaje a estos Romeo y Julieta fuera de la Ley, la pareja de amantes más célebre de la historia moderna. Confieso que yo, en otra vida, fui Bonnie Parker, y no me fue nada mal. Como dato me gustaría aportar que Bonnie escribía poesía:

    Algún día caerán juntos;
    y serán enterrados lado a lado.
    Para unos pocos será una desgracia;
    para la ley, un alivio.
    Pero será la muerte para Bonnie y Clyde.

    Mucha suerte, Pablo, un abrazo!

  2. Ángel Saiz Mora

    Los sentimientos, la sensibilidad y la magia del amor, inmerso a veces en mucho almíbar, no son incompatibles con otras circunstancias mucho más crudas, como la delincuencia. Dicen que por amor cualquier cosa se justifica, aunque claro, todo tiene también un límite, como el respeto a la vida de otros, a la ley y a la sociedad. Esos 167 disparos revelan que eran escurridizos y que quisieron garantizar que no escapasen, que parecían inmortales y que de algún modo lograron serlo, como lo demuestra tu relato homenaje a dos personajes de película, que fueron reales.
    Un saludo y suerte, Pablo

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