12. UNA PAREJA
Se conocieron en el balneario donde trataban sus respectivas dolencias: la de Lara, una bronquitis cronificada por años de tabaco, la de Antón una rebelde tuberculosis. Ambos suspiraban de amor por el apuesto masajista que estimulaba sus cuerpos y sus corazones. Pero, qué correspondencia podían esperar una mujer sexagenaria y un veinteañero afeminado de ese Adonis. Reclinados en las tumbonas de la piscina hablaban de él -ese cuerpo musculado, esas manos poderosas- antes de contarse episodios de su propia vida. Descubrieron que, a pesar de la diferencia de edad, tenían gustos similares: las historias de terror, los días de tormenta, los pastelitos de arroz y Charlot. Como también compartían el sueño de vestirse alguna vez de época, decidieron casarse y celebrar una boda decadente. Una fiesta que recordarían todos los días que les quedaran por vivir. Su matrimonio sería atípico, pero estaría cimentado por una complicidad más constante que el deseo, menos frágil que el amor. Así comenzaron a diseñar sus trajes, a decidir el menú del banquete, a confeccionar la lista de invitados y a preguntarse, de cara a la futura convivencia, sus hábitos personales. Cielo, ¿de qué lado de la cama sueles dormir?
Qué requisitos debe de tener una pareja para serlo: estar cómodo uno con el otro; reunir suficientes elementos comunes para una buena convivencia, a la vez que complementarse con las diferencias. De todo ello parecen andar sobrados tus personajes. Ellos mismos reconocen que son atípicos, pero mientras ellos sean dichosos qué importa el mundo y el qué dirán. Pensar en la cama como un lugar solo para dormir excluye la pasión de los amantes, pero seguro que sabrán compensarla con respeto.
Un abrazo y suerte, Paloma
Gracias, Ángel, por tu comentario a esta historia atípica. Como siempre, das en el clavo.
Una historia bien peculiar. Seguro que se llevan mejor que muchas de las típicas parejas encorsetadas, más que nada porque gustos en común tienen de sobra, esperemos que ahora no prefieran los dos el mismo lado de la cama o quizás sí…
Lo del gusto por vestirse de época es muy bueno, me ha encantado, los he visualizado en su boda estrafalaria.
Está genial, Paloma.
Abrazo
Muchas gracias, Aurora, por tu comentario. Son dos locuelos a los que no les queda mucha vida por delante y por qué no hacer realidad sus excentricidades.
Una «pareja despareja» en la que sus dos integrantes son, irónicamente, perfectos el uno para la otra. Quien diga que el único amor que vale es el amor sexual, es porque no los conoce ni ha podido leer con sus propios ojos lo bien que se llevan y lo mucho que tienen en común (espero que el lado preferido de la cama sea la excepción, jaja…)
Un micro vintage y hermoso, que a mí me llevó a los balnearios de los años veinte…
Fue un gusto haberte leído, Paloma.
Besos desde la Patagonia Argentina😘😘😇😇
Es una alegría recibir tu comentario desde tan lejos, y sin embargo tan cerca gracias a este blog.
Sí, el cuento hace un pequeñ0o homenaje a esos balnearios tan hermosos y tan decadentes.
Qué bonita historia: dos seres dispares, un masajista/objeto de deseo, un entender que pueden convivir, que es conveniente para ambos y planes… Hay algo mejor que tener un plan, un proyecto en la vida, aunque esta sea corta.
Toda una metáfora del saber vivir y del saber amar.
Me encantó, Paloma.
Un abrazo y suerte.
Cuando la vida te pone cosas tan especiales ante tus ojos es mejor atraparlo si dudas y sin prejuicios de ningún tipo porque no hay más atractivo que lo que parece difícil o diferente o imposible. Suerte Paloma, abrazos