23. LuZeros
Con la última estrella que conseguí seducir leyéndole algún que otro poema, construí un faro en lo alto de un camino. Uno de esos senderos que no llevan a ninguna parte; en tierra adentro, allí donde el trigo se bate en duelo con el viento y la avena está más loca que nunca. En el mar de Castilla.
Hicieron uso del faro una lechuza tuerta, un mochuelo huérfano y un autillo cantarín que le ponía cada noche banda sonora a nuestras veladas poéticas.
Su brillo era fulgurante. Emitía destellos con olor a retama y sabor a hierbabuena, pero ahora ya no puedo tocarla, ni ella a mí. Es solo un recuerdo de lo que fue. Vestigios de una luz menos brillante e insuficiente para iluminar mi tumba. Aunque también ella lleve muerta mucho tiempo.
Pues dos seres de luz que se han apagado pero que mantienen la esperanza de seguir iluminando pase lo que pase vivas o muertas. Suerte Raquel!
Ya sabemos, aunque no queramos pensarlo, que solo somos un destello que un día se apagará. Si una gigantesca estrella acaba muriendo, qué no será de unos seres con una vida tan breve como la nuestra. Eso no quiere decir que no podamos brillar un tiempo e ilusionarnos, aunque sea haciendo cosas que a la postre pueden parecer inútiles, como edificar un faro lejos del mar.
Un relato lleno de anhelos, una lectura para disfrutar.
Un abrazo y suerte, Raquel.
Totalmente de acuerdo con mis compañeros, sólo me queda destacar la poesía que rezuma el relato por todos los ladrillos de ese faro imposible, por todas las plumas de esos pajarillos a los que cobija. Un micro plástico y tremendamente visual, de esos que hay que leerse varias veces para quedar satisfecho.
Enhorabuena Raquel y un besazo.
Pienso, igual que Ana María Abad García, que lo más hermoso de tu micro es ese lenguaje poético que te lleva a releerlo para volver a ver ese espectáculo del que hablas.Nos leemos.
A veces, cuando se leen micros asi y se quieren comentar, es muy complicado. ¿Qué decir? Cualquier palabra o frase se queda corta. Entonces de leen de nuevo y de nuevo, para redisfrutarlos, para encontrar qué decir a sabiendas de que eso es imposible encontrarlo.
Una joyita este micro, Raquel. El gusto de releerlo, como bien dice nuestra querida Luisa, y no encontrar palabras que le hagan justicia.
Eso sí, he flipado a colores imaginándome un faro en estos, nuestros campos castellanos.
Un besazo.