35. Luminarias
─¡Abuelo, abuelo, corre, ven! ¡La estrellita más pequeña se ha perdido!
La chiquilla tiraba de la mano del abuelo, arrastrándolo hacia la ventana.
─Bueno, bueno ─sonrió el hombre─, vamos a ver donde se ha escondido esa pequeñaja.
─¡Mira! Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis… ¡Falta la última! ¡La más pequeñita! ¡No está!
Cada noche, Sofía buscaba en el cielo la Osa Mayor. Era su constelación favorita. Una familia de siete estrellas que recorría el firmamento en busca de aventuras y ayudaba a los viajeros a encontrar su camino, le había contado el abuelo el día que las vio por primera vez. Desde entonces, antes de ir a dormir, ella les hablaba en silencio e imaginaba lo bonito que sería acompañarlas.
─Tranquila, cariño. Vamos a buscarla bien.
Una lágrima rodó por la mejilla de la niña.
─¡Ay, abuelo!, ¿dónde está?
─¿Ves esas nubes que tapan un poquito el carro? Seguro que ha ido a jugar con ellas, no te preocupes.
Una ráfaga de viento sopló fuerte, traicionando el escondite de la estrella.
─¡Mira! ─palmoteó con alegría la pequeña─ ¡si estaba ahí, detrás de la nube! ¡Será traviesa!
Cómplice y llena de historias, la Osa Mayor teñía de magia las alturas.
La constelación de la Osa Mayor fascina a los seres humanos desde el principio de los tiempos, además de servir de referencia y orientación. Esta pequeña mantiene viva la especial seducción por este conjunto de estrellas, fuente permanente de historias, como la tuya.
Un saludo y suerte, Marta
Una constelación mágica con mucha leyenda en torno a ella. Muchas gracias, Ángel.
Una estrella juguetona tanto como la niña, entre las dos parece quese entienden y la imagen de la Osa Mayor queda como esa gran guía de la vida. Suerte,Marta!
Una estrellita traviesa, sí, jeje. Muchas gracias, Manuel.