56. El deseo
Pepa no teme que la muerte la coja con algún retal de su existencia a medio hacer. Mientras llega, se entretiene hurgando entre sus recuerdos. Lo mismo se alegra cuando se le viene a la cabeza el sabor del arroz con leche de su madre que se entristece al sentir el vacío que le dejó. También se acuerda de su hermana. Se asomaba al patio para lanzarle un deseo a las estrellas fugaces: casarse con Damián. Pepa no creía en esas cosas y, aunque hubo boda contra todo pronóstico, atribuyó el mérito del enlace a la Divina Providencia. Ella prefería pedirle a san Cristóbal. Lo perdonó una vez, al quedarse viuda, pero terminó para siempre con el santo el día en que perdió a su hijo; se le apagaron las ganas de vivir y se encerró en su casa a esperar que pasase el tiempo. En sus noches de insomnio, sale al patio y su mirada se queda colgada en el firmamento. Hoy ha visto una estrella fugaz, ha susurrado un deseo y ha cerrado los ojos. Al abrirlos, se ha sentado en su taburete de un salto a comerse el arroz con leche que le ha preparado su madre.
jajaja me encanta esa dulzura de relato y ese arroz con leche caído del cielo.Creo que aún le quedan sorpresas por llevarse.Muy tierno, entrañable y bien escrito. Suerte Pablo
Muchísimas gracias por tus palabras, Manuel. A partir de ahora la vida tendrá más alicientes para Pepa, seguro. A ver si le pido la receta del arroz con leche a ella o a su madre y te puedo invitar a un buen plato. ☺️
Un abrazo fuerte.
Todos querríamos tener una vida larga. Algunas personas lo consiguen y ello constituye un logro, sin duda, pero también lleva implícito una prueba no exenta de sufrimiento: el de ver marcharse a los seres queridos, perder muchas vivencias compartidas, vivir cada vez más de la memoria, en detrimento de un presente con perspectiva de futuro. La muerte que tanto tememos tal vez sea algo sencillo y natural, simplemente llega y lo que ya no parecía posible en nuestro mundo limitado se vuelve hacedero.
Un relato lleno de sentimiento y ternura. Añado que también es convincente; no te miento: aunque no sea un postre muy vinculado a mi infancia, me han entrado unas ganas locas de comer arroz con leche.
Un abrazo grande y suerte, Pablo
Ángel, como siempre es una delicia leerte. Después de tus comentarios nuestros relatos quedan mucho mejor. Eres el que los envuelve en un papel de regalo perfecto y los anudas con un precioso lazo.
Muchísimas gracias por tu lectura y tus acertadas palabras. ¡Qué bien escribes!
La próxima vez que vaya a Madrid te invito a arroz con leche. En este relato me he inspirado en el que hacía mi abuela, que por casualidad… o no, se llamaba Pepa. Es el mejor que he probado en mi vida. Cuando lo hacía olía toda la casa a canela y limón.
Un fuerte abrazo.
Un relato circular con ese improvisado arroz con leche pedido a la estrella fugaz en la que no creía. Entrañable y bien contado.
Suerte, Pablo. Un abrazo.
No se puede explicar mejor, Rafa. En un renglón has resumido la intención que tenía cuando empecé a escribir el relato y a lo que quería llegar. Muchísimas gracias por tus palabras, Maestro, Creador de Amaneceres con mayúsculas.
Un fuerte abrazo.
Precioso relato, Pablo. Me encanta cómo nos vas conduciendo por la vida de Pepa hacia un final que se intuye aciago para, en el último momento, darle ese giro de muñeca -o de bolígrafo- que tanto me gusta y ponerle una guinda dulce en lugar de amarga. ¡Bien por ti!
Un abrazo y mucha suerte.
Muchísimas gracias, Ana María. La verdad es que cada vez me cuesta dejar a mis personajes un final amargo, aunque a veces lo hago. En este caso, creí que Pepa ya había pasado lo suyo, y que merecía una satisfacción.
Un verdadero placer leerte por aquí.
Besote.
¡Bravo, Pablo!La verdad es que puedo paladear ese sabroso arroz con leche y sentircomo desaparece para siempre el descreimiento de Pepa tras el avistamiento de esa estrella fugaz. Su vida ha cambiado y surge rápidamente un brote de esperanza en su mirada. Un abrazo fuerte, querdo amigo.
Mi Enteciana de Honor, qué visita más grata me encuentro al leerte por aquí. Has detallado a la perfección el fondo del relato, Gloria. Me ha dado muchísimas alegría tu comentario.
Te envío un abrazo muy fuerte y cientos de estrellas fugaces. Y un besote también.
encantador
Muchísimas gracias, Irene. Me alegra que te haya gustado.
Un placer que te hayas pasado por aquí.
Saludos.😊