40. Hablando con lobos
Hubiera querido contaros que no tuve miedo, que avancé en solitario por el bosque umbrío y me adentré sin temor en la maleza. Pero no sería cierto. Desde la edad más tierna se nos había inculcado la prudencia. A través de cuentos y leyendas nos enseñaron las reglas básicas: no hablar con extraños, no alejarse nunca del camino, buscar la compañía de otros para atravesar el bosque y no fiarse nunca, nunca, de las amables indicaciones de desconocidos. Pudiera parecer un poco exagerado, pero se habían dado casos de criaturas que aparecían en las lindes del sendero con la carne desgarrada por enormes dientes.
Así que, cuando decidí ir a casa de la abuelita, lo hice cagado de miedo, temeroso de ser asaltado por uno de aquellos fornidos cazadores o, peor aún, por la temible Caperucita.
Muy bueno, Anna, todo el rato visualizando a la pobre niñita perdida por el bosque (con o sin caperuza, eso es lo de menos) y al final el relato se nos pone del revés y resulta que el pobrecito es el lobo. Ingeniosa vuelta de tuerca al cuento tradicional, mucho más original.
Enhorabuena y un besazo.
Tenemos al lobo asentado en nuestro subconsciente como el depredador por ecxelencia, cuando en la realidad el que corre peligro es él, en este mundo dominado por una raza dañina y supuestamente inteligente, con cazadores y niñas de armas tomar.
Muy simpático y bien llevado.
Una abrazo y suerte, Anna.
Muy bien relatado Ana María y muy digno de un programa de nuestro reconocido y defensor del lobo en España, Rodríguez de la Fuente. Me ha gustado mucho la sencillez de tu minicuento, como tiene que ser.
Nos leemos.
Bien ese cambio de punto de mira Anna, jugando al intercambio de papeles te ha salido un relato que enternece y mira por el supestamente maligno. A veces las apariencias engañan.Suerte Anna
Hola, Anna. Llegué al final del relato y sentí como si el narrador hubiera dado vuelta una media del derecho al revés, y viceversa… Qué fuerte atestiguar que aquí es el lobo el que teme a Caperucita Roja… Como bien dijeron más arriba, «las apariecias engañan», frase que aquí en el micro toma un cariz por demás impensado…
Muy buen cuento (y muy buena advertencia, jaja)
Cariños,
Mariángeles
Sí, nos vas guiando poco a poco hacia un lugar equívoco. Al final trastocas los papeles y conviertes al siempre temido lobo en un animal temeroso del hombre, su gran enemigo. Mucha suerte, Anna y un abrazo