44. DESPERTAR – Sandra Sánchez-
Cuando el hombre despertó el dinosaurio seguía allí. Ambos se miraron con extrañeza; el hombre porque creía haber arrasado con todo el día en que apretó aquel botón letal, el dinosaurio porque no reconocía a esa especie rara, diminuta y tan frágil para enfrentarse al mundo salvaje y hostil que él habitaba.
El hombre pensó que algo había salido mal, sus cálculos le habían parecido minuciosos y exactos, no se explicaba cómo el mundo seguía existiendo y además con vida (incluyendo la suya).
Caminó unos pasos, luego otros, y otros más, hasta que anduvo un buen trecho llegando a un promontorio desde el que pudo divisar el horizonte. Vio ponerse el sol por el oeste, como siempre, y vio aves posarse tranquilas en unos humedales que hacía siglos que habían desaparecido con el calor extremo. Llegó hasta el mar y vio delfines, corales… comprobó que el agua era cristalina y no encontró rastro alguno de plástico.
Cayó la noche y, en un cielo limpio y despejado, reconoció a la Osa Mayor. Se remojó en la lluvia de Perseidas.
Amaneció un nuevo día, soleado y con olor a hierba fresca; y decidió que, ése, sería el último para él.
La naturaleza es tan sabia que ni siquiera toda la ruindad que pueden llegar a acumular sus criaturas más dañinas es capaz de acabar con ella. En un mundo donde la vida vence, ese virus andante, ese intento fallido, el último de una especie que se extinguió a sí misma, sabe que ese planeta privilegiado tiene derecho a comenzar de nuevo, dinosaurio incluido, en un espacio en el que todo encaja, menos él.
A partir de la célebre frase que nunca dejará de dar juego, creas una historia que combina desesperanza y un «despertar» con una nueva perspectiva.
Me alegra mucho leerte después de tanto tiempo, Sandra.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias Ángel! Quiero retomar viejos y buenos hábitos. Un saludo y un abrazo!
Dificil disyuntiva la del hombre, que tras intentar hacer desaparecer el planta, comprueba que la vida animal y vegetal continúa a pesar del daño que le ha causado, hasta llegar a plantearse que el que sobra es él. Un abrazo, Sandra. Gloria
Muchas gracias Gloria.
Otro para ti!