37. TIERRA QUEMADA (Nieves Torres)
Echas un último vistazo a la oficina vacía. Todas tus cosas están ya recogidas. La planta se queda, se ha puesto exuberante, parece que se ha adaptado a este ambiente inhóspito mejor que tú.
Deberías haberlo hecho hace muchos años, aun así te cuesta cerrar la puerta. Ha llegado el momento de irse, no hay vuelta atrás.
Recorres el largo pasillo flanqueado por decenas de mesas idénticas, mientras mantienes bien altas la caja de cartón y tu dignidad. Se hace el silencio a tu paso. Casi todos se concentra en sus teclados para no levantar la cabeza. Te has jugado el puesto para mejorar sus condiciones laborales y has perdido el pulso contra Goliat. Te han dejado sola; la mayoría cree que no puede permitirse perder este trabajo. Alguien murmura “suerte” y cuando llegas a la puerta escuchas un tímido aplauso. Reduces el paso; en el fondo esperas que el resto lo imiten y por un segundo te imaginas a todos en pie aplaudiéndote, arrancando los ordenadores, los papeles volando por los aires.
Pero no.
Solo tú empiezas hoy una nueva vida.
Los pioneros y valientes, quienes van un paso por delante del resto, los que dan la cara por todos mientras los demás no se mueven, pueden triunfar y encontrarse el fácil reconocimiento general, o caer en la brecha que han abierto, sin apoyo, pues nadie quiere acordarse del caído, no sea que les arrastre.
Tu protagonista lleva consigo la dignidad de haber luchado, la incertidumbre de lo que la vida le depara a partir de ahora, pero también un camino abierto, una «nueva vida» con todas sus posibilidades.
Un abrazo y suerte, Nieves.
La lucha ingrata por los demás es un retrato muy triste de la humanidad pero muy realista, me gusta ,tu oficina y esa mujer que empieza porque nunca es tarde. Suerte, abrazos.