61. IA de RRHH
«Maldita suerte la mía. Maldita, maldita, maldita suerte». Murmuró desesperado mientras golpeaba la mesa de la oficina con el puño. No muy fuerte, eso sí, discretamente como para no molestar mientras a su alrededor se deshacía todo en un cataclismo y las lágrimas asomaban empujadas por la rabia. Su interior había sido anegado por la desesperación. Tenía que huir.
Ya en la calle, «en la puta calle» como solía decir el responsable de recursos humanos, con una mueca artificial de asco mientras utilizaba cada palabra como un navajazo que hería y desangraba a su interlocutor. Pues eso, en la calle la nada. El aire tenue, sutil, le faltaba en cada inhalación. Se ahogaba. Luchó por llenar los pulmones.
No sabía que le contaría a Trini cuando regresara de trabajar. No sabía qué le diría al enano cuando la abuela lo trajese de las extraescolares. No sabía qué le diría al enlace sindical cuando dudase de su cordura y le preguntase cómo había sido capaz.
Tampoco sabría cómo justificar tanto líquido hidráulico sobre su chaqueta y las piezas del droide asesinado que sujetaba con tanta fuerza.
Y en la oficina una certeza: «lo extraño es que esto no haya pasado antes».
Buena tirada Manuel, y cada vez menos utópica esta posible situación, sobre todo si tienes más de 50 jajja. Una barao y suerte
Di la tecnología lo permitiera, el responsable de Recursos Humanos sienpre debería ser un droide como el de tu relato, candidato ideal para el cargo por su frialdad. En caso de tensión con un trabajador (algo muy humano al fin y al cabo), podrián estar amortizados el desahogo físico y la sustitución, a efectos de liquidación o finiquito del empleado.
Un relato imaginativo y quién sabe si futurible
Un abrazo y suerte, Manuel