68. Grandes esperanzas
Lo intenté con un adolescente, pero no conseguí que apartara la vista del móvil ni cuando le susurré mi mejor párrafo. Probé con un hombre de negocios y no tardé en comprobar que mi trama perdía significado ante sus oídos sordos a la ficción. Creí conseguirlo con una madre, hasta que el llanto del bebé ahogó su interés en mi historia. A pesar de todo, no pierdo la fe. Confío en que un lector me encuentre antes de que esta ictericia, que padezco hace años, termine de amarillear mis páginas olvidadas.
Enhorabuena por una historia tan redonda con tan poquitas palabras, Elena. Me ha encantado. Y no me cabe duda de que tu libro encontrará un lector atento y agradecido que lo cuide como se merece.
Suerte y un besazo.
Gracias Ana, no sabes lo que me animan tus palabras, pero está difícil, eso de encontrar lectores, y más aún de micros!!! Mal que padecemos todos los que los escribimos. Nos leemos. Un besazo.
Me encanta esa ictericia que se manifiesta en el amarillo de las páginas, es un hallazgo para un buen micro. ¡Suerte!
Gracias Elisa, me alegro muchísimo de que te haya gustado esa imagen. Un besazo.
Todo el que escribe le gustaría que le leyesen, aunque, paradójicamente, el momento de crear es algo muy personal, un diálogo para conocerse a uno mismo, en el que no cabe nadie más
Tu peotagonista no ha encontrado los destinatarios adecuados, o esas personas, en ese momento de su vida, estaban en otras cosas. Si lo sigue intentando es seguro que más pronto que tarde encontrará oyentes interesados y, de paso, un sentido a su vida.
Un abrazo y suerte, Elena.
Cortito y bien hilado. Una joyita, con un mensaje profundo: La sociedad se está alejando de los libros.
Suerte Elena.
Bueno lo importante es que siga escribiendo y con intención de leer sus historias, antes o después incluso con las páginas amarillas alguien abrirá ese libro y muchos más del autor, esperemos que sea bueno. Suerte
Sin los libros no somos naide, como dicen en mi pueblo. Magnífico micro. Un saludo, Antonio
Micro de los que dejan un gusto a pan recién hecho. Magnífico. Todos merecemos un ratito de atención, sobre todo los buenos libros. Hay que perseverar, no queda otra. Una delicia de lectura, Elena.
Un buen desahogo. Estoy segura de que todos nos sentimos así en muchos momentos pero el gusanillo ese que tenemos y nos corretea por dentro, nos obliga a contar historias.
Nos leemos.