24. LOS RELOJES BLANDOS (Juan Manuel Pérez Torres)
Definía su vida como aire que viene o va, luces y sombras que se empeñaban en no convivir, riadas o goteras que se iban alternando en sus corrientes…
Una vez me dijo que a menudo pensaba en la existencia y le abrumaba su gran insignificancia. Que le maravillaba el aire, la luz, el agua. Que nada sería posible sin ello, ni él mismo. Sabía que dependía enteramente de la naturaleza y le deprimía una vida subordinada a cosas tan etéreas.
Cada día pensaba en dejarlo todo… y convertirse en cielo, en luz difusa, en fina lluvia…
Me lo dijo: nunca llevaré a cabo mis planes suicidas, porque para el que ya no está, nada existe, nada hay, el aire se volatiliza, la luz se extingue, el agua se seca… porque el mundo es mundo solo porque somos mundo… por eso, cada mañana, no me queda otro remedio que desistir, mirando la aurora.
¡Ay! Desde aquella noche asesina que apagó tu brillo, noto el aire como un leve peso en mi piel, y las caricias de la luna cuando, titilando, me mira. ¡Ay! En el frescor del rocío está la indeleble huella de tu aliento, hijo mío.
Puede que una parte de nosotros sea espíritu, pero también somos materia que, antes o después, se integrará en la naturaleza. Esta madre (tiendo a pensar que es mujer), necesita creer que su hijo, tras poner fin a su existencia, sigue en el ambiente, cerca de ella, puesw sebtirlo como si su tiempo no hubiese terminado.
Un relato lleno de sensibilidad
Un abrazo y suerte, Juan Manuel
Gracias, Ángel.
En efecto, nunca se muere del todo. La vida es energía, y, como tal, solo se transforma.
Y el afecto, el apego, el amor hacia un hijo es pura energía.
Verdaderamente, sobrevivir a un hijo, transforma la percepción del tiempo.
Un fuerte abrazo.
Gran reflexión. Un relato lleno de fuerza y emociones. La duda entre dejarse llevar o aferrarse al mundo para seguir formando parte de él. La mayor pérdida que existe, marcando esa reflexión que no parece puntual, sino eterna.
Enhorabuena y suerte
Muchas gracias, Alberto. Se trata de la persistencia, de la memoria, de la existencia. Todo ello envuelto en el sí y en el no. Y el amor siempre.
De nuevo, gracias por ese deseo de suerte. Te abrazo.
Nadie debería sobrevivir a sus hijos, es una de las peores tragedias que pueden ocurrir.
Y para intentar compensar tanto dolor necesitamos aferrarnos a que parte de ellos sigue a nuestro lado.
Un relato desgarrador.
Un abrazo y suerte
Gracias por tu lectura y por tu comentario, Rosalía, pero, sobre todo, por tu abrazo. Otro fuerte para tí.
Mehas emocionado. Suerte!
Hola, Marta.
Es que algunas ocasiones dejan una impronta indeleble.
Como este comentario tuyo, también en mi pecho.
Gracias.
La inmortalidad y el paríso queda en un espacio de los seres queridos que siguen vivos. Amén de grandes gestas, los seres más sencillos seguimos teniendo cerca a aquellos que se van, de una manera u otra. Intimista y emotivo relato, suerte Juan Manuel
Muchas gracias, Manuel por tu lectura y por tan acertado comentario. A veces hay que procurarse un corazón acorazado y otras, en cambio, desangrarse.
Un cordial abrazo.
Qué personificación más chula y qué final más conmovedor🥀
Qué me alegra que te guste, Susana.
Anímate, estoy deseando verte por aquí.
Besote.
Una historia conmovedora, Juan Manuel,la de esa madre mientras se aferra al recuerdo de ese hijo. Un abrazo inmenso. Gloria
Gracias, Gloria, me alegra que te guste.
El universo de una mujer se ilumina al convertirse en madre y el dolor por la pérdida de un hijo no le crea una oscuridad absoluta, porque el amor está siempre presente, solo es capaz de eclipsarlo, ya que ella sigue siendo madre aunque el hijo esté ausente.
Te abrazo.