28. Veo, veo
En el Museo de Ciencias Naturales de Nueva Orleans, dentro de una vieja vitrina de nogal, se puede ver el cadáver momificado de una niña. Expuesta originalmente en la galería principal, la pieza fue ocupando con el tiempo lugares cada vez menos importantes, hasta quedar relegada a un rincón de la sala anexa más escondida, entre un caimán bicéfalo disecado y el último ejemplar visto de Ectopistes migratorius o Paloma viajera. La ficha correspondiente, adosada a un lateral, explica que la niña formaba parte de un cargamento de esclavos del siglo XVIII, del que desembarcó sin vida en el puerto de la ciudad tras un accidentado viaje lleno de bajas. Los que la vieron morir, añade la nota, contaron que en su agonía febril la niña repetía una misma cosa, y que su muerte no impidió que continuara haciéndolo. Aún hoy, si permaneces atento a su lado, acabas escuchando su invariable discurso. En efecto, una impenetrable voz de violín desafinado —el ruido de una cañería cercana para los escépticos— asoma a cada rato entre sus labios de pergamino, suplicante aseguran algunos, resignada en opinión de otros. Nadie sabe que juega desde entonces, y que espera la réplica de su madre.
Ohhh qué belleza de texto, Enrique.
Felicidades y suerte, aunque no te hará falta.
Muchas gracias, Yolanda. Me alegras mucho. Solamente con vuestras reacciones ya me siento afortunado. Un abrazo.
Me ha encantado este micro: por la historia, por la manera de contarlo, y porque cuando he acabado de leerlo y me he preguntado que decía la niña, el título me ha dado la respuesta.
Y ahora tengo la necesidad de saber si esa momia existe.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias por todo lo que dices sobre el relato, Rosalía. En cuanto a lo que cuenta, debo decirte que es ficción, aunque sí que pensé al escribirlo en aquel bosquimano disecado que se exhibió durante casi dos siglos en el Museo Darder de Historia Natural de Banyoles. Un abrazo.
Muy bueno, Enrique. Fenomenalmente construido. La idea remueve y deja en intriga hasta ese final que enlaza con el título.
Enhorabuena y un placer leerte. Un abrazo
El placer es recibir comentarios como el tuyo, Alberto. Me alegra todo lo que dices sobre el relato, y más que hayas disfrutado con su lectura. Muchas gracias y un abrazo.
Has creado una hiatoria que atraviesa el alma. En esa niña se sienten a los inmigrantes que se juegan la vida en travesías desesperadas, a la población que sufre y muere bajo las bombas, a los niños y niñas del mundo y de todas las épocas, víctimas inocentes de la barbarie de los adultos, de la locura de unos cuantos que arrastran a cientos.
No suelo poner muchos adjetivos, pero esta vez hago una merecida excepción: es un relato magistral, amigo Enrique.
Un abrazo grande.
De lo que no hay duda, no sólo por tu comentario, sino por los años que te conozco, es de que tu alma es muy sensible y que has empatizado totalmente con el personaje y sus circunstancias. Tus palabras vienen una vez más a dar mayor dimensión a mi propuesta, y es algo que te agradezco mucho. Esta es una de esas historias a las que te va llevando el tono de la primera frase y a las que pronto comprendes que hay que dar un trato especial. Tu generosa opinión me hace ver que todo ha merecido la pena. Muchas gracias, amigo Ángel. Otro abrazo grande para ti.
Me ha encantado. Es de esos micros redondos que, cuando llegas al final, tienes q volver al título para completarlo. Para mí, un relato perfecto.
Muchas gracias, Marta. No se puede esperar una valoración más positiva que la tuya cuando uno publica una propuesta. Intento siempre que el título tenga importancia, pero pocas veces me quedo satisfecho. Un abrazo.
Enrique suerte con el relato, me ha encantado ese paseo por el museo y ese abandono de la momia a lugares apartados, quizás su vida fue así también, en el apartheid que otros seres le hicieron a ella y a su familia. Bonita historia, cuentas algo y eso en tan pocas palabras es difícil de conseguir. Suerte, abrazos
Muy interesante la relación que encuentras entre la suerte que ha ido corriendo el cuerpo de la niña dentro del museo y el apartheid que pudo haber sufrido su familia, y que encaja bastante con la idea que me llevó a contar todos esos pormenores. Muchas gracias por tu lectura y tus palabras, Manuel. Un abrazo.
Felicidades Enrique, el relato tiene de todo: emoción, intriga, realismo mágico e incluso algún toque socarrón… Está magistralmente escrito. Enhorabuena!
Muchas gracias, Sara. Me alegra que hayas encontrado todo eso en el relato. Muchas gracias por tu lectura y por tu generosidad. Saludos.
Bellísimo. Cantos y juegos de esclavos que van y viene por el río
Bellísimo tu comentario, María Patricia. Cantar y jugar: dos modos de evadirse de la terrible realidad. Muchas gracias y saludos.
Un relato que impacta, Enrique. Esta historia de una esclava que murió antes de llegar a ese destino tan terrible a la que la habían destinado, que además representa el caso del exhibido en el Museo y del que ya tenía conocimiento.
Y para mayor humillación que fue expuesta en un Museo como si se tratara de un trofeo, y que además va perdiendo importancia y va siendo relegada a lugares cada vez menos importantes.
Y como dice Ángel es el reflejo de tantas vidas trágicas: de los inmigrantes que se juegan la vida de mil maneras posibles; de las victimas de la trata de blancas; de aquellos pobres desgraciados que viven en las calles; de la gente que siendo completamente inocente sufre cada día la caída de drones y bombas.
Y de tantos ejemplos de los millones de personas que sufren.
Has escrito un relato redondo, digno de llegar hasta ese libro maravilloso.
Enhorabuena, querido Enrique. Un abrazo inmenso. Gloria
Muchas gracias por todo, Gloria. Con comentarios como los vuestros, como el tuyo, lo que fue surgiendo de una cadena de ideas y sentimientos acaba cobrando más sentido y relevancia de lo que yo esperaba al cerrar el texto. Ojalá todos los planteamientos que se me ocurren guardaran ideas de algún provecho. Veo que has prestado mucha atención al relato y también a las opiniones del resto de compañeros, una muestra más de tu generosidad y consideración. Te mando un fuerte y largo abrazo, querida Gloria.