29. HUECOS
La primera vez fue aquel mismo día, en el cementerio: Cuando todos estaban inmersos en lágrimas y ayes yo te vi, danzando entre las tumbas, tan gamberra como siempre, cambiando de sitio crisantemos y claveles. Y luego… muchas otras veces, en los momentos más decisivos e importantes. Por ejemplo, cuando nació la nena, que te sentaste a mi lado en la cama del hospital y me secaste las lágrimas con un beso. Y cuando se fue papá. Y después cuando me dieron aquel premio por el libro que hablaba de ti, de nosotras. Y tenías aquella mirada de orgullo… Nadie lo supo nunca, pero tú has sido quien me dio siempre fuerzas, aliento, esperanza. Porque seguías a mi lado aunque no se lo haya contado a nadie por si me tomaban por loca. Sin embargo, llevo ya mucho tiempo sin esas visiones. Y lo noto. Que te has marchado del todo, mamá. Pero no te preocupes; lo entiendo. Que ese trajín entre dos mundos tenía que ser algo agotador. Sí, presiento que a partir de ahora debo continuar sin ti. Lo sé por este agujero profundo que me ha nacido en el pecho. Y que estoy segura que se me quedará dentro para siempre.
Efectivamente, la pérdida provoca un agujero que nunca más se llena, y con el que tenemos que seguir viviendo.
Me ha gustado mucho la forma en que lo cuentas: emotivo y sin artificios.
Suerte Marta.
Estoy de acuerdo con Rosa, un micro con aspecto de tener tintes autobiográficos. Emotivo y con ese agujero final que se conecta con LOS HUECOS del título. Tú micro consigue llegar, Marta. Enhorabuena y suerte
Queremos pensar que nuestros seres queridos siguen en otra vida, no solo eso, incluso necesitamos creer que tienen conexión íntima con nosotros, aunque pertenezcamos a mundos diferentes. Si tu protagonista lo ha sentido así, quienes somos nosotros para negárselo. Alguien debería decirle que unos lazos tan fuertes, entregados y sinceros, no tendrían que romperse nunca y, seguramente, así sea. Antes o después, de alguna manera y en algún lugar, volverán a encontrarse.
Un relato lleno de emotividad, al que no le falta la nostalgia, pero tampoco el amor a la vida y la confianza en que no todo termina con la muerte.
Un abrazo y suerte, Marta.
Me ha gustado mucho. Me parece difícil escribir un relato tan emotivo y que a la vez no resulte ñoño, y tú lo has conseguido a la perfección. Dice mucho con muy pocas palabras. Enhorabuena!
Marta, que historia más tierna, de esas que hacen aflorar una lagrimilla. Hacía mucho que no leía algo tan bonito y tan bien contado sobre el vacío que deja una madre.
Un abrazo y suerte.
Ese vacío, ese hueco como tú lo denominas nunca se llena. Es tanta la unión que existe con ellos que jamás se olvida a quien se ha ido.
Por eso deseamos que cuando se van no lo hacen del todo, de que están ahí acompañándonos, dirigiendo de alguna manera los pasos y decisiones que tomamos porque los necesitamos siempre.
Preciosa historia, Bárbara. Un abrazo inmenso.