35. CASCOTES (Rosalía Guerrero Jordán)
Corremos cogidas de la mano buscando una salida que no existe, malheridas y sedientas, mientras una lluvia de metal y fuego va convirtiendo nuestros sueños en cascotes.
Huimos intentando encontrar una salvación imposible, como gacelas saltando al abismo en un intento desesperado de evitar las fauces del león.
Pero tú y yo sabemos que no servirá de nada.
Porque no existe escapatoria, ni esperanza, ni un lugar en el que estar a salvo.
Porque hagamos lo que hagamos, estamos condenadas por esta maldita guerra de hombres malditos.
No corras más, mírame a los ojos y abrázame con fuerza. Estaremos juntas hasta el final, y aunque acabemos sepultadas bajo una montaña de cascotes y no quede nadie que recuerde nuestros nombres, alguien, algún día, escribirá nuestra historia.
Quien no se haya figurado una imagen, en estos días, de población indefensa a la espera de una muerte que le llegará del cielo, es que debe de vivir en otro mundo. Otra cosa es contarlo de forma sobria, eficaz y contundente como tú lo haces, no desde fuera como un hecho, sino como un sentimiento concreto por parte de personas inocentes. Lo que quede cuando todo termine dejará bien claro la causa de su angustia final inmerecida y muerte, unas víctimas más, pero tal vez, ojalá, el detonante a un cambio en la conciencia de quienes cometen una atrocidad como ésta.
Un abrazo y suerte, Rosalía
Pues sí, Ángel, llevamos toda la vida viendo las mismas imágenes en televisión, es un eterno déjà vu. Aunque en realidad todas las guerras son lo mismo: gente inocente muriendo mientras quienes las hacen viven felices.
La guerra es lo peor.
Un abrazo para ti también.
Me quedo con ese abrazo y esa mirada, Rosalía, qué bonita imagen. Has escrito su historia, algo precioso bajo esos cascotes tan horribles y sin sentido…
Abrazo
Muchas gracias Aurora. Las personas y los sentimientos nobles siguen siendo bellos aun en las peores circunstancias.
Otro abrazo para ti.
No hay seguridad de que se nrre su verdadera historia, probablemente haya diferentes versiones pero en todas serán las víctimas del monstruo que el ser humano lleva dentro. Actual y emotivo. Suerte Rosalía.
Cierto, Manuel, muchas historias se quedarán sin narrar. Yo he pretendido contar una de esas historia posibles.
Muchas gracias por tus palabras.
Rosalía, en tu relato das voz a todas esas personas anónimas que mueren en guerras inútiles que no sirven para nada, solo para crear muerte y destrucción. Una imagen muy gráfica, actual y real, también cruel pero con ese toque de humanidad en el abrazo de las dos protagonistas.
Saludos
No hay mejor manera de no volver a repetir las guerras que la memoria. Son necesarias historias como esta. Enhorabuena, Rosalía y mucha suerte. Besos.