52. La gloria eterna
“Yo bordé la bandera con mis manos”, declamaba la actriz cuando él abandonó su butaca, formando un revuelo en nuestra fila. Enseguida lo reconocí. Moreno oliváceo, ancha frente, tal cual lo describió Alberti en sus memorias. Y que nadie me acuse de plagio por usar estas cuatro palabras.
Salí tras él, pero se había esfumado. Hasta que oí su voz a mi espalda. Oscura y palpitante, como siempre la imaginé. “Después de haber visto a la mejor, a Margarita Xirgu —dijo provocativo— no soporto a ninguna interpretando a mi Mariana Pineda”.
Fuimos a un café cercano. Entre tragos de ron, le confesé que yo también escribía —solo teatro—. Lo de que nunca había estrenado, lo guardé para mí. Antes de marcharse, me ofreció su sonrisa y una obra manuscrita. “Es mía. Puedes firmarla si quieres. Te la regalo”.
Desde entonces, habita la tempestad en mi conciencia. Ahora atemperada al incluirme entre los cinco nominados a mejor dramaturgo. El primer éxito de todos—pobres necios—. Y aquí estamos, posando en la foto colectiva para una revista digital. Con miedo al objetivo acusador. Que no enfoque nuestras cinco miradas impostoras. Simples títeres en las manos ambiciosas de un espectro.
Seguro que nadie ha interpretado a Mariana Pineda cono Margarita Xirgu, Lorca lo sabía, como también, según tu original relato, debió barruntar su muerte prematura e injusta y antes de ello entregó una obra a un admirador a quien terminaba de conocer. Puede intuirse que el genio de Fuentevaqueros sabía que acabaría representada, que también eso de él quedaría. Otra cosa es que quien la recibió viva bajo la sombra de la impostura, de un plagio, por ocultar la verdadera autoría, por más que él se la regalase.
Un relato muy trabajado que bien podría ser el guion de una novela o una serie.
Un abrazo y suerte, María
Coincido con Ángel en sus apreciaciones y en que esta historia podría convertirse en un guion. Porque además veo que hay un salto temporal importante, de Lorca a una revista digital. Además hay cuatro personas «agraciadas» más con obras de Lorca. Has despertado mi curiosidad y ¡necesito saber más!
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias Ángel y Rosalía por vuestros comentarios. Son mi guía para seguir aprendiendo. Está claro que este relato necesita más espacio y que no he sabido contar lo que quería. Lorca, desde el principio, es una aparición. Ya está muerto. Y siendo un fantasma se dedica a entregar obras teatrales escritas por él a autores sin éxito. Se queda en mi carpeta de reescrituras.
Un abrazo grande a los dos.
Es una historia magnífica, María. ¡Me ha encantado!
Abrazo
Muchas gracias, Aurora, por tu comentario.
Un abrazo.
María te has adentrado en un mudo lorquiano que a todos nos atrapa, un lorca algo especial, al que no descubrí como espectro en el trasfondo de una historia que nos habla del plagio y de los impostores, del postureo y de los concursos, diría casi amañados. Suerte, abrazos
Gracias lorquianas por tu comentario, Manuel.
Un abrazo