69. Tercer intento Paloma Hidalgo (Fuera de concurso)
Va a volver a intentarlo. Ha llegado el momento de decir adiós otra vez. Sabe que ella no lo va aceptar. Llorará, le dirá que no hay ninguna mujer en el mundo que le hay querido ni le vaya a querer así. Que no va a ser capaz de vivir sin ella. Que se lo piense dos veces. Ella insistirá en que nadie le conoce mejor, en los sacrificios que ha hecho para que él fuera feliz. Tirará de recuerdos, de los mejores recuerdos que han vivido juntos. Y cuando termine de intentar convencerle para que no se vaya, dentro de varias horas, conociéndola, sabe que intentará darle la vuelta a la tortilla, y le confesará que ella tampoco soportaría no poder verle cada día. Y entonces, él sabrá que ha llegado el momento de recordarle que ya tiene casi treinta y ocho años, y que abandonar el nido no lleva asociado dejar de quererla, y pondrá su voz más zalamera para decirle que siempre será su mamuchi adorada.
¡Qué bueno, Paloma!
Después del relato maternal de Ana, tú nos brindas otra historia del mismo tema pero prácticamente desde el lado opuesto de la moneda. Es cierto que los polluelos cada vez vuelan más tarde y que a veces los sufridos progenitores pueden estar deseando perderlos ya de vista pero en otras ocasiones, como la que nos pintas aquí, la madre procurará retrasar todo lo posible caer en el síndrome del nido vacío, aunque tenga que atar al hijo a la pata de la mesa de la cocina, jajaja.
Me ha encantado. Un besazo.
Las separaciones muchas veces van unidas a sentimientos traumáticos, de vacío y desamparo. Has jugado muy bien tus cartas utilizando el equívoco, porque estos dos personajes tienen vínculos estrechos, que han de separarse, pero se trata de una madre y un hijo,
Un abrazo, suerte y muy felices fiestas, Paloma
En este caso no me siento nada identificada, ¡debo de ser una madre muy despegada!
Me gusta mucho como juegas al equivoco, que no sabemos cuál es la relación de los protagonistas hasta que la desvelas al final.
Un abrazo y suerte.