Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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68. PRIMERIZA

Era mi primera vez y seguí al pie de la letra todo lo que me decían los especialistas; me apunté a los cursos de preparación al parto.

Mis hormonas estaban plenas de sentimiento maternal y escribía a mi bebé todos los días, lástima que el cuaderno desapareciera para hacer hueco en el armario con el paso del tiempo. Recuerdo que el día del parto mi madre me felicitaba porque estaba respirando acompasadamente y sin quejarme…pero fueron veinticuatro horas y al final el sentimiento maternal se había ido al garete, yo sólo quería que desapareciera el dolor y desde luego ya no sabía ni siquiera si respiraba. Pero en cuanto mi preciosa niña asomó sus ojos al mundo ese dolor tan intenso desapareció y de repente volvieron mis sentimientos maternales a borbotones, entonces feliz y relajada, pensé, ya se ha acabado.

¡Qué equivocada estaba, la función sólo acababa de empezar!

8 Responses

  1. Rosa Gómez

    Efectivamente, la función acababa de empezar, y sólo acabará cuando dejemos de respirar. Por desgracia o por suerte el sentimiento materno/ paterno, es algo que nos supera. Puro instinto! Cuanto me ha recordado a mis dos partos.
    Un saludo, compañera de fatigitas.

  2. Tienes toda la razón, Ana, el día del parto se sube el telón y un montón de años después aquí seguimos, haciendo cada día dos funciones, una con cada hijo, y además sin descanso de la compañía. ¡Y lo peor de todo es que se hace con gusto! Por más que una proteste y regañe y amenace, luego vienen a darte un abrazo y ¡voilà! la tigresa se convierte en mansa gatita. No, si cuando la madre naturaleza se inventó el instinto maternal sabía bien lo que se hacía.
    Un relato que supongo basado en la propia experiencia, y creo no equivocarme si digo que somos muchos los que la compartimos.
    Me ha gustado especialmente la vuelta a la tortilla que le das a ese final trocado en principio. Un abrazo y mucha suerte, tocaya.

    1. Ana Alcocer

      La mayor parte de las veces cuando crees que algo ha terminado, solo es un paso adelante y la función continúa, a mejor o a peor…
      Gracias por leerme, un abrazo.

  3. Ángel Saiz Mora

    Las madres lo son para siempre. Pasada la etapa del parto vienen muchas otras, en una función que va variando el guion, pero nunca termina, una trama que una vez iniciada no tiene fin, abocada a una entrega generosa, ejemplar y necesaria, sin la que el mundo sería de otra manera, o no sería.
    Reconozco que como hombre puedo llegar a comprender los sentimientos, algo encontrados a veces, que tu protagonista recoge en tu relato, aunque para entenderlos en su amplitud tendría que ser algo que la naturaleza, biológicamente, no me ha concedido, pero historias como esta sirven para que a pesar de las diferencias físicas nos solidaricemos, comprendamos y ayudemos a parejas, amigas, compañeras o parientes.
    Un abrazo y suerte, Ana

    1. Ana Alcocer

      A los hombres les falta la experiencia de parir y casi estaría por asegurar que la tasa de natalidad bajaría considerablemente si pudieran, pero el instinto paternal puede ser igual de intenso y gratificante que el maternal, os libráis del dolor 😉
      Gracias siempre por tu comentario.
      Un abrazo

  4. Rosalía Guerrero

    Y qué difícil es interpretar bien esa función, no hay libreto ni manual de instrucciones. Al final solo podemos intentar ser nuestra mejor versión de madre.

    Como ves, yo también me he sentido identificada.
    Un abrazo y suerte

    1. Ana Alcocer

      Para aprender solo falta tener buena actitud y mucho amor, si vamos con esas premisas igual no haremos un mal papel 😉.
      Me encanta compartir sentimientos y experiencias.
      Gracias por detenerte a leer, un abrazo.

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