85. Señuelo de vida (Salvador Esteve)
Pasaron días antes de atesorar la valentía necesaria para intentar huir, pero su secuestrador la atrapa y, forcejeando, caen sobre la nieve. Sus desgarrados gritos solo provocan que pequeños copos de nieve se desprendan de los árboles.
Su mano, amoratada por el frío, deja caer la piedra ensangrentada. Los crueles brazos, ahora inertes, parecen no querer aún soltarla. Es consciente de que su tiempo se acaba, el frío ha paralizado sus extremidades y las fuerzas le abandonan. Ya solo espera que la película de su vida pase ante sus ojos. Su raciocinio empieza a quebrarse. Entre penumbras, cree ver que, como una bandada de cuervos, las caricias violentadas abandonan su cuerpo. Parece que los golpes se silencian y el dolor se hace casi soportable. Nota como los ríos de lágrimas derramadas se cristalizan, es hora de bajar el telón.
Mas un dolor punzante en su vientre la hace reaccionar. El fruto de la hiena que babeó su rostro le recuerda que aún está viva, lo que antes le parecía un engendro es ahora su impulso hacia la salvación. Siente que la función todavía no ha acabado.
Esto si que es superación. Una mujer huye de su secuestrador y agresor, se resiste, acaba con él, sigue resistiéndose a morir de frío, pero aún no renuncia, pues cuando todo parece perdido, un animal carroñero le hace recordar que aún puede seguir resistiendo.
Un relato que nos recuerda que todos tenemos un final, pero tampoco tenemos por qué rendirnos en la primera posible parada. La vida es lucha, y lucha ha de ser hasta el final.
Un abrazo, suerte y feliz año, Salvador.
Salvador, qué micro más duro y más visual. Difícilmente apostamos por la superviviente, pero al final, cuando ya parece todo perdido, vemos una luz de esperanza. Quizás es cierto que lo que no te mata te hace más fuerte.
Un abrazo y mis mejores deseos para 2024.