36. VERANO DEL 93 (Rafa Olivares)
Semidormida, pego mi cuerpo al suyo y lo abrazo por detrás reposando mi cabeza en su espalda. Ya hace treinta años y ahora lo recuerdo con nostalgia. Entonces yo tenía 15 y Monchito 16, y aunque veníamos coincidiendo en aquel pueblo de la costa desde hacía varios veranos, fue en ese cuando descubrí su atractivo. Que siempre buscara ponerse a mi lado no me pasó desapercibido. El día que rozó mi mano en la feria estuve tiempo sin lavarla y aspirando su aroma, evitando que ese tramo de piel se contaminara por el contacto con otras superficies. Y cuando, la noche anterior a nuestro regreso a Madrid, me besó la mejilla aprovechando la oscuridad del cine, temí que los latidos de mi corazón se escucharan en toda la sala.
Ahora, en la cama, con la emoción del recuerdo en mis ojos, el ronquido profundo de Ramón acompañado de un cuesco sostenido me sacan de mi ensimismamiento.
Ay, Rafa, el amor, si sobrevive un tiempo, acaba dándose de bruces con la realidad. Por suerte siempre nos queda la emoción del principio. Y el sentido del humor para verlo todo en perspectiva.
Un abrazo y suerte.
El amor verdadero lo supera todo, y el amor verdadero eterno igual pero por más tiempo.
Gracias, Rosalía.
Un abrzo.
Querido Rafa, qué bien has descrito el bello e idealizado vuelo del amor y su posterior y prosaico aterrizaje en la vida real y cotidiana. Enhorabuena y suerte. Un abrazo, guapo.
El tiempo presenta contrastes hasta en las cosas más hermosas.
Gracias, Puri.
Un beso.
Pobre Ramón, primero idealizado y luego degradado al máximo; seguramente es un hombre normal y corriente, igual que tu personaje que estaba esa noche insomne pensando en momentos bonitos y Morfeo le jugó una mala pasada. Puede ser que alguna vez, haya ocurrido lo mismo en sentido contrario y él no lo sepa. Solo espero que no se lo diga al pobre Ramón por la mañana…jajaja
Nos leemos
Hola Isabel. Claro, donde las dan las toman, pero me pareció más elegante hacer este reparto de papeles.
Gracias por comentar.
Un abrazo.
Quedarse en la nostalgia de momentos felices sólo puede servir para que veamos nuestra realidad peor de lo que es. Seguro que Ramon además de roncar y pegarse cuescos tiene alguna cosa buena. Eso no lo sabremos pero mejor que sea así para esta mujer, si no, esta noche no me voy a la cama tranquila.
Divertido por el contraste que creas.
Si llevan treinta años juntos seguro que el balance es positivo. Si Ramón ya no es el Monchito que conoció, seguro que ella tampoco se parece a la princesa de entonces.
Gracias, Rosa.
Un beso.
Jajaja, kalopsia total. Los primeros tiempos de cualquier amor siempre son idílicos hasta que llega el día a día y con el tiempo todo cae en la monotonía. Pero hay que hacer un esfuerzo para seguir encontrando las virtudes de la pareja y cerrar los ojos a los defectillos, si no, no hay amor que resista.
Muy buen relato, compi, mucha suerte y un abrazo infinito.
Bien está la idealización como atractivo pero el día a día nos va haciendo poner los pies en la tierra. Y pensar que hay cosas peores.
Gracias, Ana María.
Abrazo fuerte.
El tiempo quita y da razones, lo coloca todo en su lugar. En este caso, fue el filtro que superó el ensimismamiento inicial. Todo está en continuo cambio y nunca nada es como.fue, pero si siguen juntos será por un motivo, algo debe de quedar, aunqie se vaya transformando.
Un relato tan divertido como real. Ina historia de la vida misma.
Un abrazo y suerte, Rafa
Evolución y resilencia con el lubricante del amor, sin duda.
Gracias, Ángel.
Abrazo.
Hola Rafa, un relato muy realista con nota de humor al final. El enamoramiento primero de la juventud en donde todo es idílico es pura «kalopsia». Ese amor tiene fecha de caducidad, el otro, el que surge con el paso del tiempo, también puede ser una etapa bonita. Aunque yo le diría a esta pareja que pusieran un poco de glamour jaja… que eso ayuda bastante.
Un abrazo
La confianza y la convivencia van relajando las reglas de seducción más elementales.
Gracias, Pilar.
Un abrazo.
No hay nada que te baje tanto de las nubes como una buena dosis de sonora realidad. De todas formas, cuando después de 30 años te sigue apeteciendo hacer la cucharita, es que la cosa va bien. Relato con puntazo de humor marca de la casa. Un abrazo, Rafa.
Hola, Ana. Sí, frente a los sinsabores -o los malolores- también se encuentran los buenos momentos que balancean en positivo. Un campo propicio para encontrar la kalopsia.
Un besazo.
Pues ha tenido suerte, porque, según que cuescos, y estando tan cerca, no solo te pueden sacar del ensimismamiento, incluso de la cama.
Eres un maestro del relato cachondo, Rafa. Subgénero literario difícil como el que más, y que dominas con gracia, salero y oficio.
Un placer leerte.
Un abrazo
Antonio, qué alegría volver a leerte por aquí. Cuando te diviertes escribiendo y el resultado también divierte a quien lo lee no se puede esperar mejor premio. Incluso con cuescos mediantes.
Un abrazo.
Un relato muy divertido, querido Rafa. En un plis plas nos bajas del enamoramiento más idílico. Como siempre dejas constancia de tu maestría. Un inmenso abrazo
Gracias, Gloria. Siempre tan generosa en tus comentarios.
Un beso fuerte.