38. La verdad sobre Nunca Jamás
En Nunca Jamás los niños no crecen, pero sí tienen responsabilidades. Forman grupos con funciones bien definidas. Así, hay Pescadores, que, además de peces, capturaron a una sirena en la laguna para que arrullase sus sueños. Pero en su jaula de madera, lejos del agua, se fue convirtiendo en un pingajo reseco que aún se aferra a los barrotes suplicando que la liberen. También hay Cazadores, que antes de degollar a sus pequeñas presas suelen sacarles un ojo o amputarles una pata como trofeo. Y hay Recolectores, que para distinguir qué setas son venenosas las dan a probar a los más jóvenes y, si no agonizan entre dolor y vómitos, las llevan al refugio.
Por una de las hadas, han sabido que allá en la Tierra un escritor fantasea con narrar su historia. Han elegido a Peter, un chaval fanfarrón con mucha labia, para que vuele hasta su ventana y, mientras duerme, le susurre al oído cuentos adorables sobre polvo de estrellas, princesas indias y dulces pequeños que añoran una madre. Porque aunque en Nunca Jamás los niños no crecen, siguen siendo humanos, y no piensan permitir que ningún jodido juntaletras exponga según qué asuntos privados al escrutinio del mundo.
Muy imaginativo y me temo que, si de verdad existiera Nunca Jamás, sería más así que como ha llegado hasta nosotros. La última frase es genial.
Suerte y besos, tocaya.
Todos sabemos que los niños pueden llegar a ser muy crueles, así que si se les dejara a su aire no sabemos qué podría pasar. Muchas gracias por leer y comentar. Un abrazo.
Si hay algo que está claro es que todo tiene un lado oscuro. A los niños se les edulcoran las historias, aunque salga el malvado Capitán Garfio; incluso él, a la postre, resulta entrañable.
Un relato que reescribe y desmonta un cuento clásico, al aplicarle su verdadera y probable dosis de realidad
Un abrazo y suerte, Ana.
Todo lo tiene, y el mismo autor incluye las dos caras en la historia original, porque Peter no tuvo problemas en cortarle una mano a Garfio en un duelo (lo del cocodrilo creo recordar que es un terrón de azúcar Disney para soslayar ese tema). Pero bueno, esto es solo un juego, me divirtió la idea de situar a los millones de lectores de Peter Pan en una kalopsia no intencionada. Muchas gracias por leer y comentar, Ángel, un abrazo.
Tan creíble esta versión como que pueda alcanzar los honores para meterse en el libro de 2024.
Enhorabuen, Ana.
Abrazo.
Las dos son igualmente creíbles o increíbles, me parece. Esta es solo un divertimento. Muchas gracias por tus buenos deseos, Rafa. Un abrazo.
Buenísima este vuelta de tuerca de Peter Pan. Cuánta imaginación y qué bien contada la historia. El final «apoteósico».
Enhorabuena, Ana
Pues como me alegra que te haya gustado, María. De vez en cuando hay que darle la vuelta a las cosas a ver qué hay al otro lado. Muchas gracias por leer y comentar. Un abrazo.
Ana, tu versión del cuento es a la vez realista y absolutamente terrorífica.
Hay quien piensa que el ser humano es bueno «por naturaleza», pero creo que tu historia se ajusta más a la realidad.
Un abrazo y suerte.
No creo en el concepto del buen salvaje, los seres humanos tenemos esa dualidad terrible de ser capaces de lo más sublime y lo más abyecto. A saber qué pasaría en esta situación, mejor no probamos 😅. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
Tremenda manera de venir a enterarme que J.M.Barrie – el autor de Peter Pan – era «un jodido juntaletras» a la hora de escribir sobre los niños de Nunca Jamás, así que entiendo que Peter hiciera lo que hizo… En cuanto a mí, «me pinchó el globo de Disney» en el que viví hasta ahora, y me recordó (con justo espanto) a los niños de la novela «El señor de las moscas»…
Muy bueno, Ana.
Besos desde Argentina😘😘😇😇
Cierto, también yo recordé El señor de las moscas.
Rosalía, qué novelón tan impactante es ese. Sí, estos quizá podrían ser aprendices de aquellos. Gracias por comentar, un abrazo.
Pues sabes que «Peter Pan», junto con «El libro de la selva» (que, por cierto, se merecería capítulo aparte por todo lo que encierra en su versión Disney), fueron mis dos pelis favoritas de la infancia. Así que no dejes que ninguna «jodida juntaletras» te pinche los globos de los buenos recuerdos del cine de tu infancia. Muchas gracias por leer y comentar, Mariángeles. Un abrazo.
La palabra niño no debería ir nunca unida a esas terribles formas de actuar. Es cierto que Disney lo endulzaba todo y edulcoraba la realidad para ilusionarnos .
Yo creo que hay un término medio para muchas cosas, y aunque los niños por su propia naturaleza no sean “santos”, tampoco considero que llegan a niveles extremos de crueldad.
Le has dado un revolcón al cuento, muy conseguido
Un revolcón de vez en cuando es sano y hasta necesario 😉. Bromas aparte, no hay que irse muy lejos para ver que esas formas de actuar existen: acoso escolar, acoso en redes… Hoy mismo he oído en las noticias que un niño de 13 años ha apuñalado a otro en la puerta del instituto.Por desgracia, somos seres violentos, aunque también todo lo contrario. Muchas gracias por comentar, Rosa. Un Abrazo
Siempre me ha gustado mirar debajo de las alfombras de los cuentos o tras la puerta de los finales felices que no lo son tanto para las perdices.
La forma en la que tú lo has hecho es tan implacable como original. Sin concesiones, una bocanada de realidad a bocajarro mucho más aleccionadora que el empacho edulcorado que deja la multinacional del ocio.
Un relato más encantador que cualquier príncipe de melena rubia. Felicidades.
Un abrazo.
Supongo que muchos finales felices lo son porque precisamente no son el final, sino porque la narración se detiene ahí, y si fuésemos más allá quizá encontraríamos dragones, como en los antiguos mapas. En esta ocasión, se trata más de lo de la alfombra que de lo del «happy ending», pero en cualquier caso hemos indultado a unas cuantas perdices.
Muchas gracias por tus palabras, un abrazo.
Supongo que muchos finales felices lo son porque precisamente no son el final, sino porque la narración se detiene ahí, y si fuésemos más allá quizá encontraríamos dragones, como en los antiguos mapas. En esta ocasión, se trata más de lo de la alfombra que de lo del «happy ending», pero en cualquier caso hemos indultado a unas cuantas perdices.
Muchas gracias por tus palabras, un abrazo.