58. Una efímera vida ideal (Juana María Igarreta)
Juan abandonó el albergue al que había acudido la gélida noche anterior instado por la policía local. Con su guitarra y una vieja mochila salió dispuesto a proseguir su camino hacia ninguna parte; andar sin rumbo fijo era la única forma de no perderse. Después de haber rumiado el fracaso hasta lo indecible, vivir en la calle sin ataduras de nada ni nadie se había convertido en su lema. Estar al albur del devenir de los días ya no le parecía tan adverso, pues cuando se vive en el suelo el riesgo a caerse desaparece.
Al principio, los agrios recuerdos de su vida anterior lo atenazaban. Aprovechaban cualquier resquicio entre la vigilia y el sueño para colarse, salpicando de dudas sus noches de aprendiz de vagabundo. Pero cuando conoció las horas y los lugares de la ciudad en los que rasgueando su guitarra más monedas tintineaban en su gorra, tuvo claro que, al fin, había dado con la fórmula de vida ideal.
Un domingo de primavera, estando todavía desperezándose en su lecho de cartón, comprobó que la guitarra había desaparecido. Y, aunque el día amaneció luminoso, para Juan se fundió el sol.
Como bien describes, el ser humano tiene la capacidad de acomodarse a cualquier situación por complicada que parezca. Pero la existencia sigue dando reveses y debemos volver a buscar el equilibrio. Es el juego de la vida.
Me ha parecido muy poético aunque resulte paradójico sacar poesía de este tema.
Una historia muy bien contada, Juana María. Acompañas al lector con un texto muy poético para mostrarle cómo una adaptación exitosa a unas circunstancias muy adversas puede nublar la mente y hacer creer en una realidad idílica en la que la naturaleza humana solo tiene el lado bueno. Muy conseguido el final con el despertar de ese sueño… incluso el que casi no tiene nada, puede ser objetivo de la maldad humana y perder lo poco que le queda.
Un abrazo y suerte.
Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
¿Habrá otro, entre sí decía,
más pobre y triste que yo?;
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.
Al leer tu micro , este poema de Calderón de la Barca ha venido a mi memoria sin pedir permiso.
Saludos.
Nos leemos.
Todo tiene un lado positivo y, según dicen, todo sucede por algo. Tu protagonista acaba de sufrir un revés muy fuerte, le han arrebatado su única posesión que era, además su medio de vida, pero la positividad con la que afrontó convertirse en vagabundo va a aflorar para que remonte de nuevo. Como él mismo apunta, cuando se cae tan bajo solo es posible levantarse.
Un relato para la reflexión, muy acorde con el tema de la convocatoria.
Un abrazo y suerte, Juana.
Resulta muy poético tu aprendiz de vagabundo en busca de la libertad total, a pesar de todas las complicaciones que conlleva. Lástima que el robo de su guitarra haya truncado su proyecto vital.
Me ha gustado mucho la frase «cuando se vive en el suelo el riesgo a caerse desaparece».
Un abrazo y suerte.
«Estar al albur del devenir de los días ya no le parecía tan adverso, pues cuando se vive en el suelo el riesgo a caerse desaparece»… Esa fórmula ideal, esa kalopsia bucólica en la que Juan vive su vida de vagabundo, tocando la guitarra en esos lugares donde sabe que le darán más monedas, no lo pone a salvo de los otros, que justamente le roban el instrumento con que él se gana la vida… La frase final del micro es poderosísima, tanto, que al igual que a Juan, nos funde con el mismísimo sol.
Muy buen micro, Juana, me encantó. Besos😘😘😇😇
Aunque tarde, mil gracias Rosa, Josep Maria, Isabel, Ángel, Rosalía y Mariángeles.Siento no haber contestado a cada uno de vuestros amables comentarios. Se me ha echado el tiempo encima. Nos leemos. Un abrazo para todos.