33. Amores que matan
Se bebían la vida. Les quemaban las horas en las manos y no querían perderse ni tan solo un segundo. Siempre juntos y siempre dispuestos a la aventura. A lomos del vértigo, el riesgo y la velocidad. Y los cuatro tenían, en secreto, un amor en común. Enamorados de la más misteriosa y seductora. Pero aquella noche que estrenaron con la misma ilusión que las anteriores, los ojos de Jesús, el benjamín del grupo, se encontraron por fin con los de ella, temblones y grises como un cielo de lluvia. Surgiendo así un flechazo fulminante.
Del accidente, sus tres amigos salieron con heridas leves.
Como dice el refrán:»Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe». Jugar con el riesgo puede ser swductor, hasta que se paga un tributo que puwde ser caro. Siguiendo con las frasws y expresiones, ew cierto que «hay amores que matan».
Un abrazo y suerte, Marta
Marta, no me imaginaba para nada que el amor común de los cuatro amigos era la Parca. Me ha gustado mucho el sorprendente giro final que lo desvela.
Un abrazo y suerte.