65. Caja 7
Ingrid —ese es el nombre que pone en la tarjeta que lleva prendida en la pechera del delantal— le ha rozado la mano cuando le daba el cambio y el ticket. Le hubiese parecido casual si no fuera que seguidamente la ha mirado de aquella manera. Ha sido una fracción de instante, pero los efectos han sido fulminantes. La descarga inicial, las mejillas ardiendo, el vértigo, la confusión. La sorpresa y el miedo. Ha arrastrado maquinalmente el carro hasta su coche y ahora, sin poner el motor en marcha, deja caer la frente sobre los brazos apoyados en el volante. Aprieta los muslos, se estremece otra vez. Sus pensamientos discurren erráticos hasta que de repente se da cuenta de que está temblando, esta vez de frío. Afuera, más allá del parabrisas y de las luces de los báculos, la noche de invierno gana terreno. Su marido y las niñas ya habrán llegado. Se incorpora, sacude la cabeza y gira la llave de contacto. Mueve la palanca y acelera. Todavía no lo sabe, pero ya está deseando la llegada del próximo día de la compra.
Deseo de vivir una nueva aventura, o un sentimiento nuevo y compartido. Tu protagonista parece convencida de lo que siente y de que no ha sido la única. Puede que todo quede en nada, o que sea el principio de algo, que en algún momento quizá se confirme con palabras y hechos, o no haya valor suficiente para dar el paso. Reconocer una tendencia que no es la que se espera, girar hacia un camino diferente no ha de ser fácil, pero tampoco lo es renegar de la realidad, que siempre se impone, por mucho que quiera relegarse.
Un saludo y suerte, Josep
Ay, mamih, que aquí hay tomate. Lo que no sabemos es si se atreverá a mojar pan o podrá más el hábito, la rutina, y vuelva una otra vez a mojarse las ganas en el café, como en la canción, porque repetir, repite. Me gustó.
¡Suerte!
No se se puede ir contra los sentimientos aunque las convenciones sociales más anticuadas no los aprueben, de ahí la acertada palabra “terror”.
¡Pobre mujer!, en qué momento le ha pillado el deseo.
Muy descriptivo, da ganas de meterse en su coche para ayudarla.
Me muero de curiosidad por saber cómo sigue esta historia. Lo cierto es que, de lanzarse a la aventura, le va a costar mucho salir de su zona de confort.
Un abrazo y suerte.