Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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66. Un deseo compartido (Rosy Val)

Me llevé a mamá casi en volandas y eché el cerrojo de la habitación. Me acosté a su lado, la cubrí de besos y aliento para ahuyentar los temblores de su cuerpo. Ya volvería más tarde para arreglar el desaguisado de Jorge en la cocina.  

Hoy le había tocado a la vieja alacena. A los platos, tazas y vasos, estrellados contra el suelo. Anteayer a la desvencijada mesa, al cajón de los cubiertos. Quizá mañana la tomase con las sillas o de nuevo con nosotras.  

A veces quería calmarle, pero me acorralaba el miedo. Lo dejaba solo, a la espera de que abandonase la casa, corriendo por el pasillo, iracundo y loco, con esa mirada vacante de vida, como muerta.

Tras el portazo y con el sobre de la ayuda de la emergencia social apretujado en sus manos, mamá y yo ya aventurábamos el duro mes que nos aguardaba. Y nos mirábamos en silencio evitando confesar el mismo deseo, que mi hermano acabase como su propia mirada.

12 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Sentimientos profundos y compartidos hacia una misma persona, que no se verbalizan porque son demasiado fuertes, y porque pondrían a madre e hija en un nivel peor que el de la persona que solo les proporciona sufrimiento, y cuya desaparición sería motivo de alivio.
    Un relato en el que el deseo sin palabras de que alguien desaparezca se comprende a la perfección.
    Un abrazo y suerte, Rosy

    1. María Gul

      Me ha encantado cómo cuentas esta historia. El miedo, el horror en su propia casa. Más terrible aún por eso mismo. Enhorabuena, Rosy.
      Un abrazo.

  2. Rosa Gómez Gómez

    Un drama que se repite en más hogares de lo que pensamos.
    Muy bien narrado.
    Y el final totalmente humano, el horror repetido a diario deja a las personas exhaustas.

  3. Isabel Cristina Fernández Sánchez

    Hola Rosy,
    Magnífico relato y aterradora historia inspirada en el tema que estamos trabajando: la MAMILAPINATAPAI
    Nos leemos

  4. Rosalía Guerrero

    Madre mía, no me extraña que madre e hija compartan ese deseo. Desde luego, nos haces empatizar con ella, porque podemos sentir el terror que sufren. Es terrible, pero el instinto de supervivencia es así.
    Un abrazo y suerte.

  5. Javier Arroyo López

    Debe ser muy duro querer desear la muerte de tu propio hermano, pero en estos casos tal vez sea la única solución

    Un relato muy duro y muy bien escrito.

    ¡Mucha suerte!

    1. Javier, no me imagino cómo se deben de sentir estas dos mujeres para desear la muerte del hijo y del hermano, respectivamente…
      Gracias por tus deseos y tus bellas palabras.
      Un abrazo.

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