42. HILARIDADES (Edita)
Aunque parezca increíble, me entiendo muy bien con mi cuñada. Quizás el afecto primero surgió del agradecimiento por haber cautivado a mi hermano. Años después, una afición común nos unió definitivamente: la micología. Cada otoño, salvando los noventa kilómetros que separan nuestros domicilios, compartimos largas sesiones de monte y conversación. Pero el bosque, además de hongos, regala sorpresas. Si los tocones se desintegran, en su lugar quedan hoyos que, camuflados por la hojarasca, se convierten en habituales trampas de caza para pies despistados. Mucho menos frecuente es clavar las dos piernas juntas hasta las nalgas, sin posibilidad de movimiento. Así me hallé en una ocasión. A mi compañera le entró tal ataque de risa al verme semienterrada que se tiró al suelo para agarrarse la barriga más a gusto. Ni yo era capaz de salir por mis propios medios ni ella podía ayudarme, paralizada por las carcajadas. Cuando, al fin, consiguió incorporarse dispuesta a echarme una mano, tropezó con el cesto repleto que había olvidado a su lado. Este salió rodando ladera abajo mientras esparcía las setas previamente recogidas, clasificadas y pulcras, pues nadie como ella sabe tratarlas. A mi cuñada no le hizo gracia, pero yo todavía ahora me desternillo.
Divertido, esos son momentos en la vida que merece la pena recordar.
Tiene pinta de que haya ocurrido realmente, está narrado como un recuerdo.
Sí, me inspiré en un hecho real para echar a andar, pero luego la distorsioné bastante para adaptarla al texto propuesto.
Muchas gracias por leerme y comentar.
Al final la vida pone a cada cual en sitio. Tu protagonista necesitaba una dosis de su propia medicina, sin duda, junto a una cura de humildad inesperada.
Un abrazo y suerte con este relato lleno de jocosidad repartida.
Un abrazo y sierte, Edita
Muchas gracias, Ángel. Después de casi dos años desaparecida de esta santa casa (por motivos personales ya resueltos), leyendo de nuevo un comentario tuyo, me parece que no ha pasado el tiempo.
Me alegra que los problemas se hayan resuelto y de volver a leerte por aquí.
Otro abrazo, Edita.
Me encantan esas relaciones que, aunque parezcan condenadas a fracasar, triunfan. El micro me resulta divertido y cercano, y sin la malicia que transpiran otros micros. Es un alegrarse por la desgracia ajena, pero de colegas. Me recuerda situaciones vividas con amigas, nos reímos una de la otra, pero sin maldad, y a menudo acabamos muertas de la risa, esa risa contagiosa que mola tanto.
Un abrazo y suerte.
Has dado justo en el clavo con tu comentario.
Muchas gracias.
Por un momento parece que los hongos han soltado una droga humorística y ambas están «disfrutando» de ella, jeje
Muy tierno y original micro, Edita, enhorabuena
Muchas gracias por tu amable comentario.