63. UN PECADO VENIAL
Sin hijos porque su exmarido no los quería, sin amigas porque a él no le gustaba que saliera y sin él porque la dejó hace ya algunos años, Carmela alivia su soledad ayudando a las monjitas en la residencia de ancianos. Le han asignado una tarea delicada que desempeña con esmero y en la que emplea todo el amor que hasta ahora no había podido gastar.
Cada día revuelve en el ropero en busca de una corbata fina, un pañuelo de seda o unos zapatos con puntera y con ellos acicala con ternura a los difuntos más necesitados y a los que no tienen a nadie que los quiera.
Hoy Carmela se ha confesado porque hay un pecado que no la deja dormir. Le cuenta al párroco, arrepentida, que hace días la vida le puso por delante al que fuera su marido y no solo se alegró, sino que lo mandó para el otro mundo con unas braguitas rosa con puntillas. Don Víctor le ha impuesto un padrenuestro por alegrarse y un avemaría por las braguitas.
Nieves, me has sacado una sonrisa y don Víctor un aplauso. Bravo por Carmela y esa venganza eterna tan merecida.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias, Rafa. A ver si la pobre se libera con el avemaría y puede disfrutar de su venganza.
Don Víctor fue muy comprensivo. Él tenía que cumplir su papel de absolver a su feligresa tras el arrepentimiento con una penitencia, pero fue mínima, acorde con un pecado realmente venial, sin apenas maldad ni demasiada revancha, pese a los motivos que tenía para ella la buena mujer.
Un relato divertido y un personaje ejemplar, pese al daño recibido.
Un abrazo y suerte, Nieves
Muchas gracias por tu comentario, Ángel.
Arrieritos somos…. Y aunque esta mujer ha podido resarcirse del daño tarde, está claro que ha debido quedar satisfecha, no sólo por el disfraz, que también, sino por saber que en los últimos tiempos de su ex., había vivido como “necesitado”.
“Los caminos del señor son inescrutables”.
Divertido!
Muchas gracias por comentar, Rosa. Un abrazo
Después de la vida de mierda que ha llevado Carmela por aceptar la que quiso vivir su marido pues qué quieres que te diga…que yo me hubiera dedicado a otros asuntos pero ya puestos aplaudo la vestimenta para el muerto y, también un poco, la mínima y disimulada penitencia que le impuso el señor cura.
Nos leemos
La verdad es que afortunadamente hoy en día ya no quedan mujeres tan sufridoras como Carmela. Gracias por leerlo y comentar. Un abrazo.
Poca venganza me parece para el difunto, teniendo en cuenta que le arruinó la vida.
Pero bueno, si eso le satisface, bien por ella. Yo no creo que me arrepintiera, pero claro, Carmela es más buena gente que yo…
Un abrazo y suerte.
Ja ja, seguro que tú también eres muy buena persona. Y sí que es pequeña la venganza, aunque no sé qué le parecerá al ex pasar la eternidad con las braguitas.