07. Buscamos hombre…
Mi madre puso un anuncio en el periódico local. Yo no quería, pero ella era tan tacaña que cuando teníamos que comprar un par de zapatos se ponía de mal humor.
Una mañana, en la sección de anuncios por palabras, lo vi. Puso las justas para que se entendiera, si eras listo:
«Buscamos hombre compartir zapatos, izquierdo, 41».
Para mi sorpresa, se entendió y al día siguiente me dijo que podíamos ir de compras. Doblé lo que me sobraba del pantalón y lo ajusté con un imperdible a la altura de mi ausente rodilla izquierda, cogí la muleta y nos fuimos a la zapatería, en el centro de la ciudad.
En la puerta nos esperaba un señor mayor, al que le faltaba la pierna derecha, apoyado en su muleta. Parecíamos un reflejo cuando nos pusimos de frente para saludarnos.
Mi madre nos azuzó para que entráramos, con la seguridad de que nos pondríamos de acuerdo enseguida. Así fue y así pasaron los años, hasta que Evaristo murió. Mi madre también había muerto tiempo atrás.
Hace meses publiqué un anuncio idéntico al suyo en el periódico, pero nadie contesta y en mi armario guardo entre lágrimas los zapatos izquierdos sin estrenar.
Me ha parecido muy tierno, un gran ejemplo en economía colaborativa. Esa mujer era un portento en administración doméstica. Me sitúa en los tiempos del desarrollismo español, en los que las familias hacían milagros con lo que ingresaban, y todos sus miembros tenían que aceptar las normas de ahorro y buenas maneras.
Por eso, cuando el protagonista nos coloca en el presente, nadie contesta al anuncio: para empezar pocos leen esos anuncios, además de que el consumismo extremo nos hace creer ridículos esos usos y costumbres. ¡Así nos va!
Muchas gracias, Rosa, por tu análisis. Muy buena comparación del pasado y presente y también de lo bien que les salían las cosas a esas madres tan inteligentes que tuvimos.
El no ser completo e imperfecto se puede suplir con una buena colaboración. En la naturaleza hay buenos ejemplos. Los seres humanos también somos capaces de llegar a acuerdos beneficiosos para dos partes. Lo que nadie puede evitar es que.algún día todo se ternine, también lo que funcionó.
Un relato muy bien perfilado, que enseña que no aprendemos a valorar del todo lo que tenemos hasta que.lo perdemos.
Un abrazo y suerte, Susana
Muchas gracias, Ángel. Así es, la simbiosis, sin ella difícilmente podríamos vivir.
Qué historia tan original. Me gusta mucho la ambientación, el mensaje, y que siguieran compartiendo zapatos hasta la muerte de Evaristo.
ES una lástima que esos zapatos izquierdos se queden sin estrenar.
Un abrazo y suerte
Muchas gracias, Rosalía, por tu comentario. Me alegra que te haya gustado.
Almudena ¡qué relato más bonito! Original en su argumento y bien contado. No se puede pedir más.
Enhorabuena y suerte.
Saludos. Pilar
Muchas gracias, Pilar, por tu comentario.
Hola, Almudena.
Además de estar muy bien contada, me ha parecido una historia muy original y entrañable.
Un cálido saludo.
Muchísimas gracias por tu comentario. Me alegra que te haya gustado.
Un saludo.
Muy ingenioso. Me imagino la relación de toda una vida con ese otro «medio ser» con el que el protagonista se completa. Me viene a la mente el famoso nanorrelato de Hemingway: «Se venden zapatos de niño. Sin estrenar». Un abrazo y suerte.
Muchas gracias por tu comentario, Antonio.
Sí, me acordé de ese nanorrelato de Hemingway y me ayudó a desarrollar la idea.
Una historia original y con final muy tierno. Uno llega a conectar con esos personajes a pesar de las pocas líneas en las que los conocemos. Bravo. Un abrazo y mucha suerte
Muchas gracias, Jesús, por tu comentario.