54. Cadena trófica: lo bello de la naturaleza imperfecta. (Montesinadas)
Sentar a las hormigas y otros insectos frente a las lagartijas fue el primer error. Lindando con estos reptiles, las lechuzas giraban sus cabezas atentas a los nerviosos rabitos de los pequeños saurios sin apreciar la asfixiante vecindad de unas cobras que las hipnotizarían antes de comérselas y que felices, arrastraban ya su lengua bífida por los manteles olvidando el peligro que les rondaba porque, una mínima distracción, y serían pasto de la bandada de rapaces diurnas de gran tamaño que llegaron temprano y clavaron sus garras en las sillas sin importarles que, por otro disparate de la organización, estuvieran rodeadas por un clan de hienas camorristas que las acosaban con su aliento y apostaban que engullirían a esas aves sin desplumarlas, antes de los postres, y se reían, tanto se reían, que no pasaron desapercibidas a la manada de leones ubicados en la mesa imperial que agitaban sus melenas y daban dentelladas al aire, tan pagados de sí mismos, que no pudieron huir de aquellos humanos a los que mordían otros humanos, estos últimos armados con un cuchillo de carne. El festín había comenzado. Arriba en el cielo los buitres volaban en círculos molestos porque no fueron invitados.
Mucho se habla de la armonía, perfección y hasta belleza de la naturaleza, cuando, si se observa en detalle su tendencia, es más una sucesión casi imparable en la que el más fuerte termina con el débil. Sobre esa supuesta excelencia no deben de opinar lo mismo los seres vivos que se convierten en víctimas para que otros prosperen a su costa especializados como están estos últimos en derrotar sus resistencias. Paradójicamente, unos pajarracos antiestéticos, con aspecto de enterrador sombrío del salvaje Oeste, serán los que, a falta de depredadores, se alimentarán de las migajas de tanto sufrimiento.
Un repaso de biología y comportamiento animal y humano para la reflexión.
Un abrazo y suerte, Manuel
Manuel, me ha encantado tu cadena trófica, hasta los he visto sentados a la mesa y he imaginado paralelismos entre seres humanos, desde los más débiles e inofensivos hasta los más crueles, pasando por los que aprovechan las circunstancias.
Un abrazo y suerte.
Está genial Manuel! Y debo reconocer que me ha gustado mucho que ese prepotente hombre que se cree en la cúspide de la pirámide tampoco esté tan a salvo como se cree.
Abrazos.
Una cadena entretenida y tensionada a medida que van apareciendo los distintos comensales. Nadir está a salvo. El organizador de este evento, o tiene mala leche o no tiene tres deseos de luces.
Divertido y dinámico.
Hola Manuel:
Una frase interminable para un banquete visto y no visto, jeje.
Me gusta mucho esas hienas camorristas, esas aves diurnas madrugadoras, y esas perlas que vas soltando, como quien no quiere la cosa.
El detalle de los buitres molestos cierra un gran conjunto. Enhorabuena, Manuel. Un placer leerte.
Abrazos
Pedazo de micro, compañero. Las imágenes de esa mesa son tan claras y fuertes, que te sorprenden a la vez que te empujan a seguir leyendo. El final, como de costumbre, de los que te hacen asentir a la vez que dices: «sí señor, muy bueno».
¡Qué macro micro, Manuel! Y no te preocupes por los buitres, que aunque no hayan sido invitados, te digo yo que comer van a comer hasta hartarse. Me ha encantado. Un abrazo fuerte.
Cómo siempre, magistral compi!!