11. Sueños color púrpura
El doctor me sonríe desde el otro lado de la mesa. «Es la última vez que nos vemos antes de entrar en quirófano», me dice. Creo que también yo sonrío, nerviosa. Rememoro los pasos que me han traído hasta aquí. Las charlas de joven con mi psicólogo, remontándome a la primera vez que lo puse por escrito en mi diario: «Gorda». No es solo que me lo hayan dicho en el colegio, que me lo hayan gritado en la calle, que mis padres aún intenten ponerle remedio desde el cariño. Es lo que siento, lo que me llevó a escribir: «Mírate: eres gorda, eres fea, eres mujer. No eres nada». Después, ya de adulta, los problemas de salud, el médico de familia, el nutricionista, la dieta —¿cuántas veces esta palabra en mis diarios?—; y, por fin, esta consulta, la explicación del proceso, el peso recomendable para la operación, el consentimiento informado.
Sobre la camilla del quirófano, el anestesista me pide que extienda el brazo y me coloca la vía. Poco después, llega mi doctor y me pregunta si estoy lista. Asiento con convicción y noto un leve bombeo en mis venas mientras el anestesista, cómplice, me desea felices sueños.
Una vida de sufrimiento y complejos que da paso a otra que solo puede ser mejor. A veces vamos a dormir llenos de problemas y al despertar vemos todo de diferente forma, algo que, en el caso de tu protagonista, va a ser como la diferencia entre la noche y el día, de ahí que sienta ese leve bombeo en las venas, que no es otra cosa que pura emoción ante el renacer a una nueva vida.
Un relato.que muestra que la naturaleza es sabia, pero también imperfecta y, a veces, requiere de un toquecito.
Un abrazo y suerte, Eduardo
Un micro muy real, Eduardo, en el que narras toda una vida llena de complejos y traumas, y cómo tu protagonista anhela empezar de cero tras la operación. OJalá lo consiga, y ojalá las nuevas generaciones consigan de una vez dejar de juzgar cuerpos ajenos. Muy bien traído el tema a esta propuesta VOORPRET, felicidades y mucha suerte!
Es terrible el estándar de belleza que se nos impone hoy en día a las mujeres, y cada vez más a los hombres. Y lo cruel que es la gente con las personas que no cumplen ese estándar. Hay quien se quita la coca cola y adelgazan, y quienes que se pasan la vida haciendo dieta con el consiguiente efecto rebote sin conseguirlo jamás.
Personalmente, pienso que hay que cuidarse, pero no para tener buena pinta, si no buena salud. La obsesión por el aspecto físico puede llegar a resultar enfermiza
A tu protagonista le va a cambiar la vida: además de mejorar su salud corporal, le va a cambiar su personalidad. Si es que la autoestima hace milagros…
Un abrazo y suerte.
Siendo un relato que puede considerarse optimista porque tiene un final feliz, presuntamente, qué pena que la anestesia y el bisturí sean la causa de esa felicidad. Empatizo totalmente con tu prota.
Es un tema que tiene análisis distintos: psicológico, relacionado con la autoestima. Físico, relacionado con los efectos de la obesidad. Social, relacionado con cómo te ven y te tratan los demás, etc.
Todo esto es complejo, la cirugía y ya está, no es suficiente si el problema no se aborda por distintas disciplinas.
Nos narras muy bien cómo se siente y que es lo que quiere: La adaptación.