12. El despertar de las mariposas
Cruzó el puente, enseguida apareció ante sus ojos la conocida Colegiata. Siguió caminando retocándose el pelo y colocándose la blusa en un gesto que evidenciaba coquetería y excitación.
Al girar a la derecha se topó de lleno con la Plaza Mayor que aquel martes de mercadillo estaba repleta de gente. ¡¿Cómo voy a reconocer a Javier si ni tan siquiera conozco su aspecto actual, después de treinta años sin vernos?!
La preocupación dio paso a un estado de bienestar indescriptible. Decidió dejarse llevar. ¡Todo era tan mágico!, el lugar elegido para la cita del reencuentro, la incipiente primavera, el bullicio del mercadillo…Se adentró en los soportales caminando despacio como entre nubes, disfrutando de lo que miraba sin ver, de su pequeña aventura, imaginando lo que vendría después. Aquel cosquilleo en el estómago le indicaba algo. ¡Volvía a sentir!
En una de las terrazas un hombre con cazadora de ante, canas y cuidada barba se levantó como impulsado por un resorte. Ese detalle hizo sonreír a Inés. No había duda.
Los dos frente a frente, ajenos al mundo exterior, sintieron despertar a las dormidas mariposas.
Nunca es tarde para ilusionarse y alimentar expectativas. Tu protagonista y su cita lo tienen claro. Ya no son los jovencitos de antaño, pero igual ahora, con más madurez, se cristaliza lo que pudo ser y no llegó a consumarse en una época más volátil.
Un relato creíble, con el valor añadido de la ilusión renacida.
Un abrazo y suerte, Pilar
Si es un relato creíble en estas épocas en que vivimos de “fáciles reencuentros”. La tecnología ayuda. Pero en el fondo lo que considero más literario, y creo que debería haber enfocado la historia de otra manera, son esas cartas que nunca llegaron, esas historias frustradas por falta de comunicación… Todas ellas producto de épocas anteriores. Lo dejo para otra ocasión.
Miles de gracias Ángel !!!!
Pilar, qué bonito reencuentro, ahora podrán retomar su historia donde la dejaron. Son afortunados, porque la vida no siempre te da una segunda oportunidad. Espero que sean muy felices.
Un abrazo y suerte.
Rosalia, a mi también me gustan los finales felices, pero… no siempre “ comieron perdices” !!!!
Muchas gracias por pasarte y comentar
Un canto a las segundas oportunidades y a la ilusión. Nunca es tarde, parece decir la letra.
No, nunca es tarde pata aventuras de este tipo. Muy descriptivo, transporta a un pueblecito para mi del norte, o de cualquier país europeo de por allí arriba. Todo muy bello, ordenado e idílico. Y además ambos deseando reencontrarse. ¿Qué puede ir mal?
Hola Rosa, gracias por comentar. La vida nos puede sorprender y no siempre va a ser para mal. Las mariposas no están del todo dormidas, !qué va! siempre están con un ojo abierto.
Abrazos
Gracias Edita por comentar. Tienes razón las segundas o terceras oportunidades existen. Me centre más en las emociones de antes del encuentro, la ilusión, la excitación…El final mejor dejarlo abierto. Esa es otra historia.
Un abrazo
Tierna historia de reencuentros y del despertar de las sensaciones que se creían perdidas. Bonita, tierna y que te deja con una sonrisa en la boca. Mucha suerte, Pilar. Me ha gustado mucho
Gracias Jesús, qué bien que te haya hecho sentir bien. Mil gracias por leer y comentar.
Saludos