34. Carne
Madre pega saltos al enterarse: voy a casarme. Hasta los ojos de mi hermana, tan débil la pobre, se llenan de farolillos multicolores. Como si en casa celebrásemos una verbena. No es para menos porque al fin hay esperanza. Siempre supe que mi futura esposa me aceptaría. Llevo meses preparándome. Esculpiendo cada palmo de mi cuerpo para convertirme en el hombre más hermoso del lugar. Y lo he logrado. Las otras jóvenes se retorcerán de envidia. Pero he elegido a Rosa por ser la más apropiada. Porque necesito ambos brazos si quiero abarcar uno de sus muslos. Robustos como un roble. O como las patas de un elefante. De esto último no estoy seguro: ya no existían animales en la Tierra cuando nací. Antes de ir a visitar a mi prometida, saco el hacha del leñero. Es mejor hacerlo cuanto antes. Así, el día de la boda, mi hermana ya estará recuperada. El médico nos aseguró que las proteínas la librarían de una muerte segura. Frente al altar, cumpliré entonces con mi parte del acuerdo —ahora le toca a Rosa—. Y será un matrimonio dichoso, aunque ella, a partir de hoy, deba caminar con una prótesis.
Original donde los haya. Gris marengo tirando a negro oscuro, como me gustan a mí. El título es redondo y fundamental. No hace falta decir que me encanta.
Gracias, Edita. Si te gustan las historias macabras, ésta es para ti. Sin duda. Me alegra de que te haya gustado.
Un abrazo.
Ay, María, que futuro tan chungo nos presentas… Cuando he leído lo de los muslos he empezado a imaginar por dónde iría el desenlace, aunque me resistía. Es lo que tiene no haber socializado en una sociedad que no practica el canibalismo… En cualquier caso, como dice Edita, negro oscuro.
Un abrazo y suerte.
Jajajaja. Mejor no haber socializado.
Un abrazo, Rosalía
Un mundo sin animales ha de ser muy triste, todo un fracaso para la especie dominante que habrá propiciado la extinción. Cuando ese mal ya resulta irreversible, las consecuencias tanpoco son halagüeñas, como que haya humanos que no tengan acceso a proteínas y tengan que procurárselas con un canibalismo pactado, parcial y familiar, para que uno de sus miembros esté sano y atractivo, y pueda casarse. El que su prometida esté tan entrada en carnes no presagia nada bueno.
Un relato duro, distópico y diferente. Una boda suele ser anuncio de alegrías y prosperidad posterior, pero en un mundo anterior al de la más dura supervivencia también es una noticia, como poco, agria.
Un abrazo y suerte, María
Gracias Ángel por tu comentario. Nunca faltas. Nos tienes muy mal acostumbrados. En mi relato,la persona enferma es la hermana. Ella es la que necesita la carne para sobrevivir. Y para conseguirla es por lo que su apuesto hermano se casa con la chica rolliza. Un trueque: boda a cambio de carne y así su hermana conseguirá la proteína que necesita para no morir.
Un abrazo grande y buenas vacaciones.
¡Madre mía, María! Estas cosas de buena mañana atraviesan la tostada en el gaznate. Esperemos no tener que llegar a esos extremos.
En cualquier caso, negro negrísimo y muy muy bueno, llevando al lector hacia el desenlace poquito a poco, como debe ser.
Mucha suerte y un abrazo grandote.
Pues sí, últimamente parece que siento una atracción especial por el negro negro. No sé por qué será.
Disfruta de las vacaciones y espero que nos veamos a la vuelta.
Un beso, Ana María.
Una cuñada como dios manda, sacrificada y noblota como ella sola. Estupenda mezcla de distopia, fantasía y humor negro. Un saludo y suerte.
Jajajaja. Cierto, quién tuviera una cuñada así en la familia. Cuantos quebraderos de cabeza nos ahorraría.
Un abrazo, Antonio.
Un mundo que espero no tener que conocer. Una historia difícil de digerir si nos ponemos a imaginar escenas: la del hacha y la del banquete. Más bien se quitan las ganas de comer.
El humano y su agudizado sentido de supervivencia.
No deja indiferente!
Menuda distopía y micro oscuro que nos traes. Me gusta, vas dejando buenas miguitas de pan y acabas con una imagen potente después de desvelarnos lo más impactante. Mucha suerte y un abrazo.