68. Alborozos de, un aguador (María Rojas)
En un pueblo perdido en el desierto, en una casa en ruinas, por la cerradura de la cancela, ve un sencillo aguador, con gran gozo, a una muchacha tendida en un diván de arabescos carmesí.
Era una poeta olorosa a sándalo y a pachuli, que desnuda recitaba.
No importa qué.
El sueño o el ensueño de un hombre qie se hace realidad en un lugar inesperado. El momento mágico, real o imaginado, ha de ser aún más jubiloso como antesala de lo que pueda venir después.
Un abrazo y suerte, María
Jeje, «no importa qué recitaba», excelente cierre que lo dice todo. Breve y bueno. Suerte.
Vaya suerte la del aguador. Con esa visión ya no se necesita más.
Un abrazo y suerte.
Una visión soñada? O un sueño visionado?
Da igual, el aguador bebió del elixir de la belleza de esa poetisa.
Concentrado como el pachuli y el sándalo que mencionas.
Una hermosa y estimulante estampa, real o alucinada, para cuatro de los sentidos. Al aguador le encantaría poder usar también el tacto, seguro.
Gracias a todos los que comentan sobre este alborozado aguador.
Abrazos.
Muy bonito. Invita a leerlo varias veces. El final es magnífico.