41. Mamadou
Empujada por la nostalgia, me he sentado en aquel banco de la plaza donde fumaba a escondidas y vigilaba tus juegos. Mientras aspiraba el humo del pasado, te he visto aparecer con tus rizos enredados y el paso atrevido —como cuando no hacías preguntas—. Pero, de repente, has vuelto a mirarme con gesto de extrañeza, a comparar tu mano morena con mi mano pálida, a negarme tus abrazos. Has vuelto a rastrear en mis ojos la mirada de tu madre, a demandar razones para apagar la desazón de su abandono. Luego, de nuevo, te has ido a buscarla en los portales de las calles prohibidas, en los dossieres ocultos y en los mapas lejanos. Sin éxito.
Envuelto en amuletos y una cobija de colores, llegaste hace años para poner música a mis versos y nombre a mi esperanza. Sin embargo, fracasé en mi misión de retenerte y ahora soy un corazón deshabitado que lamenta verte convertido en un joven malcontento y taciturno… por haber alimentado fantasías y no atreverme a confesarte, en su momento, que tu madre era sólo una niña que tenía hambre y yo, una mujer yerma que tenía dinero.
Tu protagonista y narradora ha vivido tiempos mejores, de esperanza, viendo a una criatura que, sin ser suya, bien hubiera querido adoptar, pero ni la relación con su madre fue como debía, ni esta fue la madre que debía haber sido. El problema es que los errores siempre tienen consecuencias, y que a menudo recaen en los más inocentes.
Un relato lleno de nostalgia por un tiempo de esperanza, y trsteza por lo que no salió bien.
Un abrazo y suerte, María José
Es muy hermoso, Maria José, y también muy triste.
«Mientras aspiraba el humo del pasado»
«poner música a mis versos y nombre a mi esperanza»
«ahora soy un corazón deshabitado»
Está lleno de frases preciosas, de tortazos precisos.
Muy fan de tu escritura soy!
Enhorabuena!
Maria José, es precioso. Muy triste, tanto para la madre como para el hijo, pero lo cuentas con una sensibilidad exquisita. A mí también me ha llamado la atención ese «corazón deshabitado».
Un abrazo y suerte.
Qué bella prosa, y qué tristeza irradia la voz narradora y la historia. Me ha gustado mucho, María José. Enhorabuena y mucha suerte