05. CUANDO VI EL MAR POR PRIMERA VEZ (Fernando da Casa)
Lo recuerdo como si fuera ayer. El viento en mi cara, el runrún de las olas en mis oídos, ese aroma penetrante que expandía las aletas de mi nariz y embriagaba mi alma…
La humedad empapaba mi frente de perlitas de sudor y una extraña sensación de sed me empujaba a caminar sobre la arena, blanda y mullida como una alfombra de invierno. De repente, un frescor inaudito salpicaba mis pies, ahora sí, ahora no… ¡Me invitaba a adentrarme mar adentro!
Me zambullí, ¡cómo dudarlo!, en cuestión de segundos. Miento… Más bien tropecé con el empuje de las olas, las muy pérfidas atenazaron mis pies y forzaron mi caída. ¡Qué juguetonas! Tosiendo, les di las gracias por tan excitante experiencia.
El mar ofrece besos de sal. Aunque tosí con el primer escarceo, repetí mil y una veces. No hay nada más dulce que enredarse a besos con el mar.
Desde entonces, sigo enamorado de él, de noche y de día, con sol o sin él. Lo siento, lo huelo, lo escucho… Aunque mis ojos me nieguen lo evidente.
¿Azul? ¿Verde turquesa? No sé lo que significan esas palabras. Pero sé que jamás veré algo más hermoso que el mar.
Hay muchas maneras de disfrutar, los sentidos, para todo sirven, incluida la transmisión de sensaciones placenteras, perk a tu protagonista le falta el de la vista y es consciente de que hay percepciones que le son vedadas, pese a ello, el deleite no hay quien se lo quite, incluso, como se asegura, puede que lo perciba en niveles que los que los videntes nunca podrán alcanzar.
Um abrazo y suerte, Fernando
Fernando, has hecho que me apetezca, a las puertas del otoño, un baño en el mar, dulce y salado a la vez.
Me ha gustado mucho.
Un abrazo y suerte.
Hola, Fernando.
Ya sabes que yo soy de secano, pero me encanta el mar y después de leer tu relato aún más.
Un cálido abrazo.