21. Noche negra
Se entretiene esta mañana recolectando las mosquitas que, desesperadas, se enredan más y más en una telaraña junto al muro del patio y metiéndolas delicadamente en un frasco de acuarela negra seca,
«ya tenemos suficientes»
así nadie puede ver qué hay dentro. Sus ojos giran desorbitados como queriendo escapar del rostro al contemplar a las hormigas troceando en el suelo de hormigón la lagartija que aplastó ayer con un dedo.
«cómo coleaba el bichejo; ahora mojama parece»
Luego, por la tarde, mientras los otros discuten por el mando a distancia o cabecean en la sala de la tele, él sube a su habitación,
«nos está quedando un dibujo precioso; luego escóndelo bien»
a continuar con su obra. Es una noche oscurísima ―hormigas pegadas con saliva al folio― vista a través de una ventana ―vidriera de alas de mosca―. Tanto le gusta, que la fija con moco al armario.
«¡Anormal, majara! ¿Otra vez?»
―¡¡¡No me trates así!!!, solloza, angustiado. Y para acallar esa voz empieza a dar cabezazos contra la pared.
Vienen entonces los sanitarios, «cálmate», le pinchan en un brazo y, a través de la bruma, los ve despegar el papel, mirarlo, negar con desagrado, hacer una bola con él.
Lo que para la mayoría es el fruto desagradable de una mente caótica, para tu protagonista es una obra de arte, pura belleza. La sociedad no admite a los que se desvían del proceder aceptado, pero hay mentes que no saben, o no pueden, entrar en esa rueda.
Un relato con un narrador en tercera persona, que se alterna con los pensamienros literales del protagonista, que transmiten su particular perspectiva.
Un abrazo y suerte, Susana
Susana, qué bien reflejas los percepción personal del arte, de la belleza febrero del caos. En este caso, de un artista loco, y de su amigo invisible.
Qué difícil de entender lo que ocurre en la mente de un enfermo mental. Has conseguido que capte un trocito de su caos interior.
Esta tipo de enfermedades escapan a mi comprensión, muy duras.
No sé si es un personaje de ficción pero me parece que has recreado la mente de Salvador Dalí, trastornado por la voz imaginaria de su hermano muerto.
Muy bueno