38. La boda secreta de papá y mamá (1973)
A las doce del mediodía y debido a las circunstancias, la boda se celebró a puerta cerrada. El mesurado sacerdote ofició una ceremonia breve pero también emotiva, y no faltaron las lágrimas ni la emoción en el rostro de los cohibidos contrayentes. Actuaron como padrinos el afable sacristán y una joven catequista, y como testigos se ofrecieron voluntarias dos asiduas parroquianas a las que se rogó discreción.
Tras el enlace y posterior rúbrica del acta, se brindó con vino de Misa en la sacristía y mi padre, agradecido, depositó un generoso donativo en el cepillo de San Expedito. Luego, emprendieron camino a casa con el certificado de viudedad de mamá bien doblado y el flamante libro de familia en el bolsillo. Ese día, para celebrarlo, comimos cocido lebaniego y flan tieso.
A la mañana siguiente, Adri, Toñi y yo —muy contentos y algo retadores— exhibimos y después entregamos, en la secretaría de la escuela, la fotocopia del tantas veces requerido documento acreditativo. Nos encantó demostrar a la rígida directora que éramos una familia en toda regla. Y aunque al salir sentimos su mirada acusadora clavada en nuestro tierno espinazo, aquel fue el momento más feliz de toda nuestra infancia.
Triste mundo y más tristes personas las que se rigen y exigen severas normas sociales, por encima de los sentimientos, cuando lo que realmente importa son los hechos, no los papeles. Es de imaginar la presión sobre estos pobres niños, y su satisfacción; el que acreditar su condición de familia al uso fuese «el momento más feliz» de su infancia, lo demuestra.
Un relato que pudo haber sido ficción, pero también real y, por tanto, creíble. Un suceso corriente hace muy pocos años, aunque a ojos de hoy pueda parecer de otro mundo.
Un abrazo y suerte, María José.
En esos años de ese triste mundo hubo muchas parejas que no podían legalizar su situación porque el divorcio era impensable. Enviudar, como en este caso, era la única solución para poder estar finalmente en regla. Muchísimas gracias, Ángel por leer y dejar tu amable comentario. Un abrazo 🤗
Relato tan impactante como realista y creíble, que pudo darse en la mal llamada Galicia profunda, por ejemplo.
Como hasta el año 1981 no fue aprobado el divorcio en España, había muchas parejas fuera de la norma que tenían que esconder su situación incluso ante sus hijos.Era un tiempo en el que toda España era profunda…
Muchísimas gracias, Edita por la visita y por el comentario. Un abrazo 🤗
Pobres criaturas, que necesitan mostrar un papel para cumplir con las absurdas normas establecidas. Muy bien llevada la historia, con imágenes claras y un manejo muy bueno de la tensión narrativa. Bravo. Mucha suerte
Ya no nos acordamos, pero este tipo de situaciones se daban en aquellos tiempos en los que imperaba la creencia única. Muchísimas gracias, Jesús por tus amables palabras. Un abrazo 🤗
Maria José, en efecto es triste que pasaran esas cosas, pero por suerte tus protagonistas pueden solucionarlo, viudez mediante. El final es entrañable y esperanzador.
Un abrazo y suerte.
Tristes situaciones que deseamos no vuelvan a pasar
Muchísimas gracias, Rosalía por acercarte y comentar. Un abrazo 🤗
Retrato de unos tiempos no tan lejanos pero que, afortunadamente, ya nos parecen de la prehistoria. Mucha suerte y un abrazo, María José.