69. Prometeo de extrarradio
Nicolás sube las escaleras sintiendo la roca que Hefesto encadena cada tarde a su pie. Interpreta en el teatro una obra sobre los hombres y el fuego que Zeus les arrebató, y en ella es el sufrido Prometeo, causante de aquel desaguisado y también el encargado de arreglarlo recuperándoles tan preciado bien. Cuando acaba la función, vestidos ahora de mortales, “Zeus” y él negocian a escondidas, y después se va. Ha caminado un buen trecho por barrios solitarios de calles sin nombre hasta llegar a casa, donde todavía le esperan cinco pisos que sube con fuerza menguante y creciente aflicción. Marta lo recibe mostrando una serenidad que el ansia de sus ojos desmiente. Nicolás quisiera abrazarla largamente, pero se limita a besarla y entregarle una bolsita. Ella la recibe con mirada esquiva y se retira a su cuarto, salida de escena que él observa inexpresivo mientras se sienta en el sofá. A su lado descansan una guitarra y una mantita arrollada. En la mesa baja de centro, saturando el aire de la salita, arde una vela de olor junto a un lápiz y un cuaderno de música, algunos libretos teatrales, un cenicero lleno y varias botellas vacías, ninguna de atrezo.
El contenido de la bolsita es un misterio: droga, un medicamento que Marta necesita?
Reflejas muy bien el ambiente opresivo que envuelven estas dos vidas.
Me resulta todo muy triste, desesperanzado.
Muchas gracias, Rosa.
Es verdad que es un relato triste, y veo que le encaja a la perfección también eso de “desesperanzado”. El contenido de la bolsita sería el fruto de sus negocios ocultos con “Zeus”, causante seguramente del mal curso de su realidad.
Un abrazo.
Tu protagonista tiene dos penitencias asociadas a sendas escaleras. En la primera, su pesada condena es una actuación, puro teatro, pero seguro que muy auténtica y creíble, porque sabe de.lo que habla, porque en la vida real tiene otra escalera con una carga enorme y muy cierta, la de su pareja, que tiene una triste dependencia de esa bolsita que le trae, a la que mira con «ansia en los ojos», cuyo contenido ha negociado antes, que bien podría ser alguna droga. El lastre que lleva a sus espaldas es insoportable, por lo que recurre al alcohol.
Una historia de amor, que supone tener que arrastrar un fardo constante y difícil de sobrellevar, narrado con una prosa muy trabajada.
Un abrazo grande y suerte, Enrique
Ninguna de atrezo…
Unas vidas tristes, una atmósfera deprimente, un círculo difícil de romper. Por ahí anda un » quisiera abrazarla largamente» que podría dar pie a asumir riesgos pidiendo ayuda fuera del círculo.
Muy bien retratado, Enrique.
Un beso,
Carme.