70. La escalera de Jacob
Era su país. Trabajó, vivió.
Arriba, el cuadro de la escalera de William Blake; escuchaba la música fantasmal que salía de él. Un pie y el otro. Recogió a sus hijos en el cuarto peldaño, Amin y Aisha, también eran palestinos.
Miró una vez al Ángel de la historia, el último de los cuadros, negando con la cabeza. Siguió el descenso y cuando pisaba el último de los escalones, mientras Aisha leía en la madera la palabra exilio, desaparecieron entre el polvo y la ceniza. El ángel de Klee, de Benjamin, dijo -todo se repite.
Cundros en los que aparecen ángeles, cuya actuación no hace sino destacar la situación de las personas más desfavorecidas, a quienes se arranca lo más básico: la tierra que les vio nacer, algo que ha sucedido en el pasado, que ocurre ahora también y que no tiene visos de solucionarse.
Un relato sobre los despojados, los que no cuentan para nadie y para algunos parece que estorban, como si no tuviesen derecho a existir.
Un saludo y suerte, Elena
Gracias Ángel. La escalera de Jacob (y de Blake) simboliza el exodo judío. El Ángel de Paul Klee remite al Talmud y lo compró Walter Benjamin, que lo empleó para simbolizar en sus escritos posteriores el sinsentido de la destrucción, la ruina. Tristemente la historia se repite, paradójicamente los perseguidos son los perseguidores.
Siempre me alucina las referencias culturales que introducís en los relatos. En este caso he entendido el sentido del micro, pero sabía que algo se me escapaba. Entonces he leído tu respuesta a Ángel y todo ha encajado a la perfección.
No nos cansemos nunca de denunciar la violencia y la injusticia.
Un abrazo y suerte.
Gracias Rosalía. Trabajar con libros hace que se queden cosas que luego salen al tejer palabras.