17. Dos por una
Me descuidé un instante en el pasillo de las conservas. Me volví con las manos vacías y, despistada, agarré aquella cesta sin prestar atención. Luego seguí caminando por el alambre de los ocho euros con veinte de mi bolsillo. Fue poco después, al meter en la cesta un paquete de salchichas en oferta, cuando descubrí aquel prodigio: pescado fresco; jamón ibérico; un panetone gigante; el perfume ese que anuncia Julia Roberts. Busqué con la mirada a la autora de tal derroche. Imaginaba que aparecería arrastrando con incomodidad mi cesta a rebosar de miseria. Estaba dispuesta a pedirle mil disculpas, qué menos —por rango social o porque sí—, pero allí no apareció nadie. Así que ahora desdeño promociones y marcas blancas, elijo vinos de añadas excelentes, describo una estela de opulencia por cada pasillo (en especial por el del aceite de oliva) hasta que busco una zona tranquila del súper. Y si algún empleado de esos que no me quitan ojo me sorprende abandonando el carro, le digo que enseguida vuelvo. Al fin y al cabo, ellos también mienten cuando, a la salida, palpan sus bolsillos y mascullan que no llevan suelto mientras yo les deseo que tengan un buen día.
Original enfoque del tema. La mentira más inútil: la falsa apariencia. Una forma de automentira, que ya es el colmo. Buen título y bien ejecutado además.
Hola, Edita,
gracias por pasarte. En lo de inútil o no, no sabría decirte. Creo que hay algunas cosas que hacemos a diario que solo sirven para despistarnos o mantener cierta esperanza, por triste que suene esto.
Un saludo,
Asier.
Un mendigo con muy pocos posibles miente a los empleados de un supermercado y hasta a sí mismo, cuando intenta aparentar una solvencia inexistente a la hora de adquirir productos lejos de su capacidad económica. Si es feliz con esa ilusión inofensiva no se le puede reprochar, salvo los empleados, que tendrán que recolocar después lo que él coge y no compra, y que nunca le darán una limosna.
Muy original y bien contado, Asier.
Un abrazo y suerte
Hola, Ángel,
el recurso del «y si» llevado a confundir una cesta en el súper. Tu lectura siempre tan precisa.
Nos vemos en breve (espero).
Un abrazo,
Asier.
Si no he entendido mal, esta mujer echa al carrito productos que no puede pagar, por el simple placer de hacerlo, ya que a continuación lo abandona en un pasillo. Y miente a los empleados si la sorprenden, diciéndoles que luego vuelve.
El final es ejemplar, porque ellos también mienten cuando le dicen que no llevan dinero para darle cuando pasan a su lado en la calle.
SE TRATA DE UNA MENDIGA: nos viene a dar una lección de vida: todo el mundo miente, en este caso para acallar la conciencia o para quedar bien. Así es Asier, somos demasiado complicados y mezquinos en muchas ocasiones.
Original en la forma y en el mensaje.
Una duda, no acabó de entender el título.
Hola, Rosa,
muchas gracias por pasarte y más aún por este comentario tan completo. No puedo añadir mucho más a lo que comentas, tan solo aclararte el porqué del título. Además del juego de palabras con las promociones de los supermercados, lo asocio a la doble vida de esta mujer que tiene una fuera y otra dentro; una casi idílica y otra más cruel, por eso hay dos mujeres en una, es decir, dos en una.
Espero habértelo aclarado.
Un abrazo,
Asier.