28. Caballero andante, a la fuerza. (A. Barceló)
Alonso, señor mayor, flaco y de apariencia pintoresca, sube al bus línea E ayudado de su bastón. Nada más entrar, se encabrona. El transporte va lleno, un niñato en la edad del pavo escucha reguetón cómodamente sentado en la butaca que debería haber cedido a una pobre anciana que casi no puede tenerse en pie y que sortea a duras penas los vaivenes del autobús, evitando milagrosamente romperse una cadera. Sin disimulo alguno, Alonso le clava la punta de su bastón en el tobillo con toda la fuerza de su indignación. El imberbe insolidario lanza un alarido de dolor. Una chica, que lo ha visto todo, denuncia la agresión. Se inicia una acalorada discusión entre todos los pasajeros que termina con la expulsión de Alonso por decisión del conductor. El niñato se burla del expulsado con gesto triunfal haciéndole una peineta desde la ventanilla, apalancado en el asiento que, por supuesto, sigue ocupando. Alonso se baja los pantalones y le dedica un teatral calvo de su huesudo culo simulando bailar twerking. En su carrillo izquierdo lleva tatuado un Quijote. Un señor barrigón, que le había defendido, le lanza besos desde del autobús mientras éste se va alejando calle abajo.
Muy acertado y simpático título al que vuelves, a la fuerza, cuando llegas al final del relato para valorarlo en todo su esplendor. Mientras, por el camino de la lectura, aunque reconoces que la violencia del “quijote” es indefendible, no puedes evitar aplaudirle.
Hola, Edita.
Muchas gracias por tu comentario. La verdad es que si alguien que quiera emular a un caballero andante como Don Quijote se dedicase a ser políticamente correcto, perdería mucho sentido. Me ciño yo aquí al ámbito literario, aunque reflexiono yo para mí si los malos, sinvergüenzas, maleantes, etc., respetan las normas sociales.
Un cálido saludo.
Una injusticia que desfacer y un caballero.andante en autobús.
Una sabmngre que no llega al río, pero deja patente una rebeldía ante la falta de un respeto mínimo y el «todo vale».
Una historia simpática que, a pesar de la temeridad delnprotagonista, es loable en la intención y goza de seguidores, como ese pasajero barrigón que bien pudiera ser Sancho, o muchos de los que leamos estas letras.
Un abrazo grande, tocayo.
Suerte
Hola, Ángel.
Siempre he pensado que con el tiempo cambian los escenarios, los contextos y el marco general, pero la condición humana no cambia y, a pesar de estar escrito «El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha» hace ya tanto, sus enseñanzas en lo tocante al entendimiento y la interpretación filosófica de esta condición que se hace en, para mí, la obra cumbre de la literatura universal, sigue estando completamente vigente.
Un cálido abrazo, mi querido y admirado tocayo.
Cierto que quizá el procedimiento no fue del todo correcto, pero la intención era buena y como tal se la aplaude el señor barrigón. Estoy segura de que la anciana también le agradece el esfuerzo, aunque el lance no le permitiera sentarse.
Un relato divertido que encaja muy bien con las situaciones habituales de hoy y con el espíritu del Quijote.
Un gran abrazo, Ángel.
Hola, Ana María.
Muy agradecido por tu comentario. Precisamente mi intención era esa: simular humildemente la fina ironía y la comedia que destila El Quijote, por más que algunas de las cosas que se cuentan no tengan ninguna gracia.
Un cálido abrazo.
Desde luego, una actitud propia de un héroe quijotesco, muy bueno, Ángel. Una situación que, por desgracia, sucede y no siempre hay Alonsos que intervengan… Me ha gustado mucho, no le falta detalle, muy bien hilado, excelente.
¡Abrazo!
Hola, Aurora.
Muchísimas gracias por tan favorable valoración.
El mundo iría mucho mejor si abundaran los caballeros andantes, por no mencionar que mucho menos contaminado, jajaja.
La forma de actuar de Alonso es bastante censurable, no digo que no, pero el fondo es impecable.
Un cálido abrazo.
Ese Quijote me representa, aunque yo creo que con una colleja al joven hubiera bastado como sugerencia para que cediera el asiento.
Y de acuerdo con ese calvo. Que ya está bien de ser correctos.
Un abrazo y suerte.
Hola, Rosalía.
El bastón convertido en lanza me quedaba más quijotesco, aunque lo de clavar es una exageración, fue más bien un golpecillo para llamar la atención.
Y si le quitas a un Quijote su incorrección, en este caso en forma de twerking a piel vista, sería otra cosa, creo yo.
Muchísimas gracias y un cálido saludo.