39. De cuyos nombres sí quiero acordarme
Una mañana de primavera, ella dijo ¡Basta! Y liándose el mandil florido a la cabeza, salió corriendo en busca de aventuras. Iba picando de puerta en puerta, reclutando valientes dispuestas a acompañarla. Primero lo hizo Rosa, harta de cederle a su marido el mejor sillón de la casa. Luego lo hizo Amelia, que siempre había sentido deseos de echar a volar. Lo hizo Frida, cansada de infidelidades. Y Virginia, que se sentía presa en su habitación compartida. También Judit, que ya no aguantaba más paternalismos. Y Alicia, que quería cumplir sus dormidos sueños. Emilia, que por fin se puso en pie para comprobar su propia estatura. Y Ruth. Y Lucrecia. Y Laura... Todas fueron uniéndose a aquel grupo raro y lleno de color que, sin mirar atrás, emprendía el camino hacia adelante. Y aunque a su alrededor murmuraron, criticaron, las trataron de locas, lanzaron piedras y escupieron con indignación, ellas nunca bajaron la cabeza ni dudaron de cuál era su objetivo. Nuestro objetivo. “Ladran, luego cabalgamos”
Mujeres valientes que han sabido romper el yugo por el que estaban atenazadas. Dicen que la caridad ha de comenzar por uno mismo. Antes de ayudar a otros, conviene hacerlo en la propia casa, que es lo más difícil. Superar ese muro, o techo, otorga la diplomatura necesaria.
Un abrazo y suerte, Marta, con estas damas briosas que, juntas, parecen imparables.
Brillante, precioso, inteligente.
Bravo por esas «quijotas». A ver si acierto: Rosa Luxemburgo, Amelia Earhart, Frida Kahlo, Virginia Wolf, Judit (?), Alicia (a través del espejo?), Emilia Pardo Bazán, Ruth (?), Lucrecia Mott y Laura (?). Y la que las lía a todas, Mary Wollstonecraft, supongo.
Un abrazo y suerte.
Un equipo de “quijotas” con un objetivo común: caminar hacia lo deseado. Una forma curiosa de tratar el tema propuesto, empleando además guiños muy acertados: el título y el final.